Desenterrar el carbón, un «imposible»
La posibilidad de volver a extraer mineral y utilizarlo como fuente para generar energía choca con pozos cerrados y térmicas demolidas en Castilla y León

La reciente solicitud planteada por la Junta de Castilla y León al Gobierno de España para que se estudie la posibilidad de utilizar las centrales térmicas para producir y abaratar el precio de la energía, alimentándolas con carbón, ha suscitado la reapertura de un ... debate que parecía cerrado en las cuencas de las provincias de León y Palencia. Tan cerrado como las minas de las que, durante años, se sacó antracita y hulla para calentar hogares y favorecer el desarrollo y el mantenimiento de la industria española.
El gobierno autonómico ha propuesto «la utilización de toda la capacidad de generación eléctrica, incluso mediante carbón, allí donde todavía resulte técnicamente posible de acuerdo con las orientaciones europeas, aún cuando se trate de una medida temporal a corto plazo». Pero la primera impresión que encuentra esa opción es demoledora. Cierto es que el consejero de Economía y Hacienda, Carlos Fernández Carriedo, reconocía que la petición no se limitaba al territorio de la Comunidad. Pero, aún así, se antoja casi imposible tanto la recuperación de la minería de carbón como la 'resurrección' de las térmicas que han sido, ya, desmanteladas.
La central de Anllares del Sil, en el Bierzo (León), fue la primera que vio caer su chimenea, su caldera y su torre de refrigeración. Ahora se dan los últimos pasos para devolver a su emplazamiento el aspecto que tenía, en medio de las montañas. Después siguieron las demoliciones de las infraestructuras de la térmica de Velilla del Río Carrión (Palencia) y, este verano, la pólvora propició la voladura de las torres del complejo de La Robla (León). Actualmente, solo quedan en pie las chimeneas y las torres de refrigeración de la central de Compostilla II en Cubillos del Sil, cerca de Ponferrada. Pero el resto de sus elementos están en proceso de desmantelamiento iniciado meses atrás por Endesa, propietaria de la instalación, que tampoco tiene interés en recuperar la producción de electricidad con carbón.
En otras comunidades
Ese panorama descarta la posibilidad de que vuelvan a salir megavatios de las térmicas de Castilla y León. ¿Y si la pretensión de la Junta fuera, como se intuye, la de volver a extraer carbón aquí y llevarlo a otra comunidad? En la actualidad, quedan pocas centrales capaces de operar con carbón. La más importante, la gallega de As Pontes (La Coruña), propiedad de Endesa, y donde el Gobierno acaba de autorizar el mantenimiento de la mitad de sus grupos por si tiene que echar mano de ellos en invierno. Ya el año pasado, en noviembre, se volvieron a encender sus calderas para generar energía en los meses más fríos del año. Ocurrió lo mismo en la central de Los Barrios, en Cádiz, operada por la portuguesa EDP. En ambos casos, con carbón de importación.
Los otros espacios de producción de electricidad con carbón se conservan en Asturias: las térmicas de Soto de Ribera y Aboño, también propiedad de EDP, y la pequeña central de La Pereda, de la compañía pública española Hunosa y denominada más o menos cariñosamente como 'la estufona', con sus escasos 50 megavatios de potencia. Sirva la comparación con los 1.200 que sumaba la central berciana de Compostilla o los 655 de La Robla.
La Pereda se abastece del escaso carbón que aún se saca en la única mina que mantiene activa Hunosa, el pozo San Nicolás de Mieres (de allí salieron unas cien mil toneladas el año pasado). Pero la térmica gallega de As Pontes no podría quemar la hulla asturiana, tampoco las de León o las antracitas del Bierzo, porque sus calderas fueron acondicionadas, en su momento, para quemar carbón extranjero, cuyas características (poder calorífico, contenido de contaminantes…) son distintas al español.
Esa circunstancia cierra la única puerta que quedaba al carbón de Castilla y León. Ya sería complicado, por no decir imposible, volver a poner en actividad las explotaciones de la Comunidad. Serían necesarias inversiones ingentes y supondría, casi, «empezar de nuevo», en opinión de veteranos mineros. «¿Imposible? Imposible no hay nada, pero habría que hacer una mina nueva». Y esa cuestión resulta más que improbable.
«Imposible»
La opción más fácil invitaría a pensar en obtener el mineral en los cielos abiertos, pero se encuentran en fase de restauración medioambiental o acaban de ser recuperados, con multimillonarias inversiones. Resultaría más que sorprendente pensar en destruir de nuevo esos paisajes.

La otra posibilidad pasaría por reabrir las minas subterráneas. Después de años clausuradas y sin mantenimiento, se encuentran inundadas, hundidas, con los techos caídos… «Obligaría a abrir nuevos pozos e incluso pensar en minas de más profundidad. Por tanto, la inversión necesaria se multiplica. Imposible», concluye el experto.
Una auténtica desgracia para una tierra en la que se calculaban reservas de unos 275 millones de toneladas de carbón -serían unos mil millones de toneladas en España; sólo en el subsuelo de la provincia de León se es estima que hay carbón suficiente para atender la demanda de más de 150 años (tomando como referencia válida una actualización del Inventario Nacional de Recursos de Carbón firmada por el extinto Ministerio de Industria y Energía en 1992)-.
Además, en último extremo, para volver a sacar carbón habría que encontrar comprador para ese combustible. Ese es el único parámetro que, a día de hoy, permitiría pensar que habría rentabilidad para la minería, no tanto para las compañías eléctricas. Actualmente, el precio del carbón en el mercado internacional ronda los 440 dólares por tonelada. El récord histórico alcanzó los 457 dólares el pasado 6 de septiembre. «Con esos precios, la extracción de carbón sería absolutamente rentable. Se ganaría mucho dinero», reconoce un 'viejo' barrenista del valle del Sil. Recuerda que en los mejores momentos del carbón, alcanzar un precio de 70 euros por toneladas suponía un auténtico logro. «Llegar a los ochenta ya era muchísimo dinero».
Y, en este punto, se vuelve a poner sobre la mesa la comparación con otros países europeos, donde no hubo tanta prisa para cumplir las normativas comunitarias del año 2010 y se obtuvieron prórrogas para mantener la actividad extractiva. Singularmente, los carboneros españoles citan los casos de Alemania y Polonia, donde no se cerraron las minas y las térmicas han seguido produciendo energía. Allí, elevar sus rendimientos resulta más fácil porque solo sería necesario incorporar barrenistas o maquinaria a las explotaciones.
Así se puede acabar de escribir una crónica de un carbón irrecuperable, que evidencia por qué esta actividad no puede volver a ser realidad en Castilla y León. Por lo menos, a día de hoy.
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