VÍA PULCHRITUDINIS
Epíclesis
Arrodillarse por algo tan simple como conseguir la paz o convivir mirándonos como iguales está descartado de nuestro imaginario
Todo seguirá igual
Ultramarinos

A estas alturas del mundo, imagínense que Putin y Zelenski o Sánchez y Feijóo se arrodillaran uno frente a otro. La imagen daría la vuelta al mundo. Nos restregaríamos los ojos, parpadearíamos y después diríamos «el mundo se ha vuelto loco».
Ya nadie espera que ... alguien se postre frente a otro, ya nadie confía en que alguien cambie de opinión y, sobre todo, nadie creerá que alguien está dispuesto a hacer algo por su 'adversario'. Arrodillarse por algo tan simple como conseguir la paz o convivir mirándonos como iguales está descartado de nuestro imaginario. Es más fácil luchar, pugnar, o insultar que reconocernos el tremendo valor de vivir en un mundo que sería capaz de conservar su esencia porque se ha dado cuenta de que puede interiorizar los cambios, el progreso y, a la vez, entender que hay cosas que pueden volver a su punto de partida porque el experimento salió rana. Arrodillarse no es símbolo de sumisión, es símbolo de amor. Nadie sabe el daño que hizo el Che con aquella frase que replican las camisetas de «prefiero morir de pie antes que vivir de rodillas».
La epíclesis en la Consagración es el mejor ejemplo de ello. Unos tipos que se arrodillan por amor a un pedazo de pan que se convierte en algo en lo que creen, en algo ante lo que quieren hincar la rodilla en tierra por respeto, por amor.
Arrodillarse por amor. El sábado en Valladolid y ante la mirada del Santísimo desde lo alto de la catedral los fieles se postraron por amor mientras recibían su singular bendición. Al unísono, una batucada LGTBI pasaba por allí y algunos abandonaron su mirada al cielo para increpar a las de los tambores que, al tiempo, «imponían» su libertad. Del Estado se espera que antes de autorizar la coincidencia de «procesiones» se tuviera en cuenta que eso podía pasar pero también es cierto que si te arrodillas ante el Santísimo no deberías dudar de que Dios pudo evitar que unos pringados con lanzas mataran a su Hijo. Todos somos hijos de Dios y por amor todo vale incluso buscar paz donde no la hay, comprensión donde sólo hay exclusión, libertad entre quienes creen que para amar solo vale levantarse y gritar más alto. Arrodillémonos sin reparar en quién lo hace primero, arrodillémonos porque sabemos que lo que está en juego no somos nosotros sino el lugar donde queremos que crezcan nuestros hijos. Si no lo hacemos pronto para esto tampoco habrá Planet B.
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