En el centenario de Pereira
Cuento que te cuento
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Siruela rescata dentro de la colección Libros del Tiempo 'Todos los cuentos' de Pereira, un volumen de casi 900 páginas con prólogo de Antonio Gamoneda

Había pensado titular esta reseña 'Anécdotas para la Historia', pero justo en ese momento se me ha venido a la cabeza aquel decálogo del poeta y narrador villafranquino, y ese punto que dice que si el cuentista debe escoger entre dos palabras elija siempre ... la menos prestigiosa. Y bien valdrá, creo yo, esa sabia recomendación para aplicarla a los títulos de las recensiones literarias. Máxime cuando de los cuentos de Pereira voy a hablar sin parar hasta que se agote la vida de esta página.
De sus cuentos, y de algunos momentos en que coincidí fugazmente con el gran maestro del cuento contemporáneo escrito en castellano, del que este año se cumple el centenario de su nacimiento.
Conocí su obra antes que su persona, cuando cayeron entre mis manos sus primeros libros, que atesoro: 'Picassos en el desván', 'Relatos sin fronteras', 'Me gusta contar', 'Cuentos de la Cábila' en aquella hermosa colección que, bajo el título Libros de la Candamia, publicó Edilesa; y así hasta el último libro del que tengo constancia, 'Oficio de volar', que editó el vallisoletano sello Castilla Ediciones.
Eran finales del siglo pasado y campaba yo por León, arrimando las primeras palabras que aspiraban a convertirse en cuentos. Así conocí la narrativa de Pereira, ese faro que se convirtió en señal que me indicaba los tortuosos recovecos del camino de la escritura.
Y poco después, gracias al azar, lo conocí en persona, en una tasca leonesa donde yo solía repostar cuando remataba mi jornada laboral. El añoso cuentista berciano entró en el establecimiento, buscó acomodo al final de la barra, y mientras lo observaba de lejos con esa fascinación respetuosa y reverencial que el discípulo siente por el maestro, vi cómo observaba embobado a una joven parroquiana embarazada y les decía a Beatriz y Luciano, los dueños del establecimiento, con su tono de voz profundo y socarrón: «esta mujer me ha dado envidia, me voy a hacerle un hijo a Úrsula». Y, con las mismas, abandonó el local con una dignidad casi abacial.
No quedó ahí la cosa. Al día siguiente, Pereira volvió al mismo lugar y casi a la misma hora. Yo ocupaba mi atalaya, como el halcón que espera para abalanzarse sobre su presa. Y él se parapetó en su rincón habitual. Fue entonces cuando Luciano lo saludó con un: «¿qué, don Antonio, cumplió usted su promesa?» y Pereira, con su flema habitual y su deje medio gallego le replicó: «ay, hijo, copular sí que copulamos, lo que pasa es que no prendió».
Aquella conversación -entonces yo desconocía, además, la edad septuagenaria de su mujer- me pareció gloriosa y un fiel exponente de lo que era la narrativa de Pereira, cercana, directa, entretenida, inteligente, lírica, divertida, vivaz, pícara y defensora de su tierra, de la naturaleza y de los valores marmóreos que aquilatan a las personas.
Años después, en la primavera de 2009, creé el Proyecto Cultural 'Contamos la Navidad', y quise que Pereira participara en él. Yo vivía entonces en Portillo, y Gregorio Fernández Castañón, ese mecenas de las letras leonesas, me facilitó el teléfono del maestro. Lo llamé, y Pereira, tras escucharme en silencio, me respondió que todas las historias que tenía que escribir, ya estaban escritas. Pero me lanzó un guante. Y yo acepté el reto. Me dijo que no le gustaba especialmente la Navidad ni recordaba haber escrito algún cuento que la tuviera como protagonista. No obstante, añadió, que si encontraba algún cuento que sirviera para afrontar la travesía, me lo cedía encantado.
Fue así como volví a sumergirme de nuevo placenteramente en la lectura de los cuentos de Pereira, hasta encontrar en 'Picassos en el desván' el cuento 'El narrador inocente'.
Pereira no pudo ver cómo su cuento encabezaba aquel volumen que, sin saberlo, iniciaba la andadura literaria de un viaje que ha durado casi tres lustros.
Como tampoco podrá ver este tomo mastodóntico de casi novecientas páginas que, para conmemorar su centenario, la Fundación que lleva su nombre y Siruela han compilado con todos sus cuentos, alrededor de doscientos quince, prologados por una carta reveladora del gran poeta y mejor amigo Antonio Gamoneda.
Quien haya conocido y leído a Pereira podrá releer y volver a disfrutar sus cuentos magistrales y eternos. Quien lo descubra por primera vez comprenderá la magnitud literaria, narrativamente hablando, del más grande maestro de lo breve.
Prólogo de Antonio Gamoneda
Todos los cuentos

- Antonio Pereira Siruela
Unos y otros, los de siempre y los recién llegados, intuirán que todo lo que se cuente de Pereira, y lo que se pondere su vida y su obra, es insuficiente.
Unos y otros, los de siempre y los recién llegados, sabrán, tras la lectura, lo que de verdad vale un cuento.
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