El cotanero, la callada labor en la trastienda de la Semana Santa de Zamora
Estos cofrades velan para que los enseres -varas, pendones, pendonillas, banderas, medallones o faroles, entre otros-, así como por los ropajes de las imágenes o las faldillas de las mesas de los pasos luzcan perfectos en las procesiones
'Capillitas' de la cabeza a los pies

La Semana Santa es un engranaje en el que todas las piezas deben encajar perfectamente para que las procesiones salgan con todo su esplendor a la calle. Existe un mundo en la trastienda, personas que trabajan en la sombra, que son esenciales para que las cofradías luzcan su patrimonio e imágenes en perfecto estado. Es el caso de las camareras que visten las imágenes o de los cotaneros de las cofradías, que velan todo el año por los enseres -varas, pendones, pendonillas, banderas, medallones o faroles, entre otros-, así como por los ropajes de las imágenes o las faldillas de las mesas de los pasos.
Óscar Antón es el cotanero de la Cofradía de Jesús Nazareno Vulgo Congregación de Zamora, la más grande de Castilla y León y una de las más populares de España, con más de 12.000 cofrades, hermanos y damas, que salen en procesión en la madrugada del Viernes Santo y en la tarde del Sábado Santo.
Con once pasos, diez de ellos a hombros, un equipo de organización de más de cien personas (con lo que conlleva de varas y medallones distintivos), su trabajo se prolonga prácticamente durante todo el año. Su mayor honor, como él reconoce, es «tener en los brazos a la Virgen de la Soledad», ya que también es el encargado de mover la imagen desde su altar a la mesa procesional o al dosel que se instala en la iglesia de San Juan durante el quinario en honor de la imagen, siempre ayudado por dos personas de su confianza. «Verla tan cerca, a solas, es algo que no se puede explicar, no hay nada más bonito».
En las cofradías zamoranas se designa tradicionalmente por cotanero a la persona encargada de cobrar las cuotas de los cofrades, avisar a los actos y también del mantenimiento, limpieza y cuidado de imágenes, objetos y enseres. Aunque el término cotanero no aparece en el diccionario, es claro que deriva de la palabra «cuota», siendo en el inicio el recaudador de las cuotas, si bien este fin en la actualidad lo realizan los cobradores.
La figura del cotanero, o vicario, es tan antigua como las propias cofradías, apareciendo ya en sus primeros documentos y con sus funciones perfectamente definidas en los estatutos, tales como avisar a todos los hermanos para las juntas y entierros; cobrar las cuotas y multas; armar y desarmar las pasos o limpiar los faroles y otros efectos. A cambio, recibiría una retribución anual a la que se añadiría una cantidad abonada por los mayordomos.
Aunque los cotaneros realizan un trabajo «asalariado», prácticamente simbólico, sería imposible pagar la dedicación, las horas, el mimo, la implicación. Ser cotanero no es un oficio, es una vocación, trabajando en la sombra para que todo sea perfecto.
Hoy día, el cotanero es el encargado del mantenimiento de los pasos, mesas y demás objetos para que todo esté en orden para la procesión e, incluso, tareas de coordinación durante el desfile procesional.
Horas de dedicación
Óscar Antón tiene todo ya prácticamente a punto para la cofradía. En los días de la Cuaresma y anteriores, ha sacado de sus cajones ignífugos las faldillas de cada paso; ha planchado y armado banderas y estandartes. También ha sacado de sus armarios, donde se guardan en rollos protegidos, las túnicas de los Nazarenos y el manto de terciopelo y oro de la Virgen de la Soledad para que estire la tela, antes de que las camareras vistan a las imágenes para la procesión. Ha limpiado los nuevos faroles del Nazareno, ha repasado cada moldura de las mesas para retirar el polvo y la suciedad y ha ayudado a colocar las almohadillas en las traveseras.

También entre sus funciones está la de limpiar las varas de directivos, celadores, mayordomos y hermanos mayores, o la preciosa corona de plata del Nazareno de la Caída, así como mantener en perfecto orden los incontables enseres de la cofradía de La Mañana. Un trabajo que realiza en soledad en la inmensa panera de la Cofradía de Jesús Nazareno y que se prolonga durante la procesión para solucionar cualquier incidencia que pueda ocurrir. Sólo cuando todo regresa a casa está tranquilo.
El premio, su premio, es mirar a los ojos a la dulce Virgen de la Soledad, el gran amor de los zamoranos, que será coronada canónicamente el próximo 16 de septiembre. Eso, tenerla cerca, llevarla en sus brazos, no lo cambiaría por nada. Eso, no tiene precio.