Fernando Conde - Al pairo
La yenka
«...Si los mismos caballos van a correr la misma carrera y los apostantes somos los mismos, ¿por qué la situación habría de cambiar?»
La más corta legislatura de nuestra corta democracia ha sido una auténtica tomadura de pelo. Una tomadura de pelo que tiene todos los visos de colgar, tras el 26J, el cartel de «continuará», como en las series malas de hace unos años. Nada hace suponer que vaya a haber decisivos cambios tras la nueva cita electoral. Pero si algo hemos sacado en claro tras estos seis meses de travesía desértica es que Rajoy sigue sin mirarse en el espejito mágico que le regaló Herrera en su cercenado amago de huida; que Sánchez es como ese vecino despistado de Arroyo al que un toro corneó a diestro y siniestro sin que se enterara de por dónde le venía el aire; que Rivera no tiene fácil gestionar un partido de aluvión al que se le han sumado arribistas y oportunistas como moscas en un banquete campestre; y que Iglesias es el Mortadelo de la política capaz de ser por la mañana socialdemócrata, por la tarde patriota neoliberal y por la noche comunista de hoz y martillo, cuando no borroka de cóctel molotov.
Pero, si todo sigue igual, si los mismos caballos van a correr la misma carrera y los apostantes somos los mismos, ¿por qué la situación habría de cambiar? En este sentido, hay que reconocer que los únicos que han echado cuentas de cara al 26J han sido esos podemitas que, cual mantis religiosa y tras cópula cervecera, se han merendado al garzón (de Ida, pero sin vuelta) de un bocado. Y en verdad, esa es la única ecuación que podría suponer cambio, aunque está por ver. Pero se mire como se mire, está claro que los políticos una vez más nos cantan su yenka. Sí, esa canción que dice: «vengan chicos, vengan chicas a votar. Todo el mundo viene ahora sin pensar... Izquierda , izquierda, derecha, derecha, adelante, atrás... Y vas y te lo crees.»