Empresas / Minería

Wolframio en Salamanca: la riqueza del subsuelo

La reapertura de la mina en la localidad salmantina de Barruecopardo ha generado 180 empleos y refleja la conveniencia de aprovechar los recursos propios

Vista aérea de la mina ICAL

I. Miranda

Mucho antes de que la actual crisis económica derivada de la pandemia y el aumento de las tensiones internacionales por la invasión rusa de Ucrania estimularan a muchos países a replantearse sus modelos energéticos, en pos de favorecer un uso más decidido de los recursos propios, los responsables de la empresa Saloro ya habían logrado reactivar la extracción de wolframio en la mina a cielo abierto de la localidad salmantina de Barruecopardo, a mitad de camino entre Vitigudino y los Arribes. Hace tres años, tras otros muchos de complejo trabajo y desbloqueo administrativo, la explotación se ponía en marcha y sacaba al mercado sus primeros pedidos de este preciado metal considerado por la Unión Europea «sustancia crítica» junto a otras veinticinco, por su alta importancia económica y un riesgo por falta de suministro. Hoy, China produce el 85 del total mundial.

Las propiedades de este singular metal, de aspecto blanquecino grisáceo brillante, radican en su extraordinaria dureza, bajo coeficiente de dilatación térmica y alta conductividad, lo que posibilita una infinidad de usos en la vida cotidiana: filamentos de lámparas, resistencias eléctricas, brocas, electrodos de soldaduras, impresoras láser, válvulas, sistemas de vibración de teléfonos móviles, aparejos para pesca, palos de golf y un largo etcétera. Unas virtudes que permitieron mantener abierta esta mina hasta los años ochenta del pasado siglo, con relevantes picos de producción como el registrado a principio de la década de los cuarenta, para suministrarlo al ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial, que lo empleaba en sus protecciones antitanque.

La conocida riqueza mineral del subsuelo salmantino aportaba garantías a los promotores del proyecto de reapertura. Según explica el consejero delegado de Saloro, Agnes Ahlenius, «España tiene recursos que debemos aprovechar todos los que vivimos aquí porque nos dan bienestar», de acuerdo con esa idea elemental de ir reduciendo la dependencia del exterior presente tanto en esta como en otras actuaciones. Una visión que define muy bien el responsable de producción de la planta, César Hernández: «Es PIB que tienes y lo estás desaprovechando. En definitiva, una riqueza de la zona y de todo el país», apunta. En concreto, la empresa confirma la existencia de una cifra estimada de 27 millones de toneladas de recursos, de los que las reservas o la parte explotable suponen nueve millones. La actividad minera ha conllevado la contratación de 180 personas que, en su mayoría, residen en Barruecopardo -municipio con menos de 500 habitantes censados- y localidades aledañas, con la consiguiente reactivación económica en una de las áreas más desfavorecidas de la provincia.

Otro aspecto a resaltar del proyecto es su carácter respetuoso con el medio ambiente. Además de reutilizar buena parte de las antiguas instalaciones de la mina, incluida la zona de excavación y alrededores, el proceso para lograr una producción anual de 2.600 toneladas de trióxido de wolframio pasa por cuatro fases -extracción, trituración, separación y embolsado del concentrado de mineral- que se efectúan de forma sostenible con el entorno. De hecho, la explotación es un «excelente ejemplo de de cómo puede funcionar en armonía y en el conjunto con la naturaleza», al superar el viejo modelo de pico y pala gracias al uso de tecnología punta. Desde Saloro, que cuenta con un seguimiento medioambiental propio, destacan que técnicas como la flotación, que permiten separar las sustancias nocivas del mineral para su tratamiento, o la regeneración de las laderas de «la corta», como conocen al yacimiento en sí, entre otras, son fundamentales para mantener la integración con la naturaleza.

Por último, la creciente presencia de la empresa en la provincia dio un paso más en marzo en una reunión con la Universidad de Salamanca, en la que estuvieron presentes su rector, Ricardo Rivero, y representantes de Saloro encabezados por el consejero delegado, en la que se intercambiaron propuestas orientadas a favorecer la empleabilidad de los titulados en la citada universidad dentro de la compañía que produce y comercializa el metal en la mina de Barruecopardo, considerada la séptima del mundo.

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