Vocación de servicio

¿Qué otra cosa explicaría, si no, que un subinspector granadino y un policía nacional de La Bañeza lleguen a jugarse la vida a las puertas de la embajada española en Kabul? La muerte de Isidro Gabino San Martín y de Jorge García Tudela pone de manifiesto que en este país, en el que las víctimas del terrorismo han cotizado tantas veces en las urnas, sigue habiendo personas de honor, españoles merecedores de portar en su DNI y en su ADN tan magna categoría histórica. El suyo es un verdadero ejemplo de valor, de entrega y de grandeza humana.

Y sin embargo, a buen seguro que hoy no pocos de esos falsos apóstoles del buenismo pacifista, los esteticistas del «no a la guerra» y toda la reata de miopes pseudoprogres del silbato y la cacerola saldrán diciendo que han muerto por estar en un país que deberíamos abandonar, como en 2004, con el rabo entre las piernas y aguantando el chaparrón de insultos y el escarnio que el innombrable Zp hizo soportar a nuestras tropas en Irak.

Pero no, ni Gabi ni Jorge eran militares desplegados en un lejano país bajo el amparo de la UNPROFOR. Gabi y Jorge eran policías españoles encargados de proteger al contingente humano del que, como delegación diplomática, también formaban parte. Y en esa misión al servicio de su país perdieron la vida. En unos pocos días, su muerte será para la mayoría de nosotros una página olvidada en las hemerotecas y para los terroristas un par de muescas en el revolver de su ignominiosa existencia. Pero quiera que por una vez su muerte no entre a formar parte de la campaña electoral, como pedía el hermano de Jorge en una emotiva carta. Quiera que por una vez nuestros políticos se pongan a la altura del pueblo y de forma coral rindan el honor que merecen estos dos héroes. Descansen en paz.