Guilermo Garabito - La sombra de mis pasos
Viernes de Dolores
«Hasta el domingo, Domingo de Ramos y de sol, hay tiempo para ir preparando el tenebrario»
Las jornadas previas al Domingo de Ramos la vida se pasa y se para como una procesión de regla cualquier día de la próxima semana ante cualquier esquina. Uno vive estos días de vacaciones sin vivir seguro del todo. En un sensación de estar sin llegar a estarlo. O, al menos, esa sensación me ronda a mí cuando veo a mis hermanos en casa.
Y van abriéndose las puertas de las iglesias y comienzan a montar las tallas sobre las andas y le van naciendo claveles rojos al «paso» que colocan con esmero los hermanos. Es viernes y se escucha en lo profundo de esta tierra el rezo del Miserere. Es Viernes de Dolores y Castilla y León se hace silencio y espera. En Valladolid encuentro que la gente aguarda para echarse a la calle el domingo. Entre tanto, si la cosa consiste en ver procesiones, puede encontrarse uno con una familia de patos escoltados por la policía camino de vuelta al Campo Grande.
Y como los panaderos, los articulistas escribimos las columnas para que lleguen a tiempo, recientes y con buen olor, y mi Semana Santa empezó a mediados de marzo y ya me he escrito las procesiones que aún no han salido y que deben salir si el cielo consiente. He escrito también de la Resurrección del Hijo de Dios -sin querer hacerle «spoiler», querido lector-. Y aquí sigo escribiendo todavía sin capuchones que vayan hilvanándose en cada procesión, que en verdad son una sola… Como un cauce largo de siglos.
Mi Semana Santa son recuerdos de la infancia y de mi abuelo. A Juan Carlos Pérez de la Fuente -el de Cope- le han dado este año el Gumiel. O al Gumiel le han dado «El Hachón de la Cope». Y no puedo pasar sin reseñarlo y mandar mi enhorabuena.
Hasta el domingo, Domingo de Ramos y de sol, hay tiempo para ir preparando el tenebrario. Y caigo en que se han perdido también los tenebrarios y ya pocos saben lo que son.