Viernes de la Cruz

Viernes de la Cruz y al mediodía la Plaza Mayor es toda Gólgota y Calvario . Valladolid amanece a caballo, como cada año, y en endecasílabos. Valladolid hecha templo. «Sabed Valladolid, que esta mañana / en tu Plaza Mayor, enardecida, / oirás del Redentor su voz herida / fluyendo en hontanar por la besana…» La columna es también un pregón, una llamada el Viernes Santo al abrirse los quioscos. Y en la Cofradía de las Siete Palabras entendieron hace muchos años que el mejor pregón es siempre un soneto -porque el alma reza en endecasílabos-, pero a mí se me ha pasado ya la edad de los poetas. Desde mis veintiséis historias vengo... Aunque eran veinticinco cuando lo escribió Manuel Alcántara. Siempre hay una edad para todo.

Amanece esta tierra mirando al cielo: el cielo, siempre el cielo en lontananza. Van desperezándose persianas mientras un jinete a caballo convoca a los hombres buenos. Y Jesús enfila todas las calles de la amargura que hay en esta región y se acuerda de los versos de Gerardo Diego cuando exclama: «Qué lejos, Madre, la cuna / y tus gozos de Belén». Qué lejos, Madre, la infancia.

Aquella misma infancia de sentarme con mi abuelo a escuchar el Sermón de las Siete Palabras en la Plaza Mayor. Pero hoy viernes es el mismo viernes de entonces, el mismo incluso de veintiún siglos atrás.

Viernes Santo en esta Valladolid «donde la Redención se hace carne en la madera». Es Viernes de la Cruz, sepa el lector. Y desde la hora de sexta será todo tinieblas a la orilla del Pisuerga. Y después vendrá el sábado lúgubre y el caminar de María sola con sus soledades. Pero como recuerda el poeta en los tercetos de su soneto, habrá domingo esperanzado y Pascua Florida de almendros . Porque «…rompiéndose la luz en el momento / que el Hijo de Dios muera y al instante / en medio del dolor y del tormento, / se hará la redención mundo adelante».