Artes & Letras

Un viejo León muy prestoso

Gregorio Fernández Castañón vuelve al pasado de la capital leonesa y sus alrededores a través de una obra que reúne un extenso y valioso material gráfico. La edición constituye un recorrido por grupos sociales, tipos humanos, calles e iniciativas culturales

Un carro tirado por vacas atraviesa la presa de San Lorenzo, con la Catedral de León al fondo ABC

NICOLÁS MIÑAMBRES

Son conocidas las felices obsesiones editoriales y leonesas de Gregorio Fernández Castañón. Si el pasado año consiguió un gran éxito editorial con León tras las sebes de un ayer, el presente sorprende aun más con Un viejo León muy prestoso. El título, muy leonés en apariencia, esconde, en sus dos kilogramos de peso y sus 330 páginas aproximadamente, una visión amplia y prolija del León que se fue. Es un vademécum gráfico deslumbrante.

Un puesto de venta de madrñas en el mercado de La Virgen del Camino, con un soldado de la Legión Cóndor como cliente

Un soneto del palentino Marciano Zurita y Rodríguez sirve de preámbulo a la obra. Es el anticipo de otras separatas dispersas en ella que la adornan con su plasticidad editorial. Es lo que ocurre, por ejemplo, con el folleto que se ofrece de la entrega de Álvaro López Núñez, El hogar propio; o el «Himno del Grupo de Empresa del I. N. P», con música de Odón Alonso y letra de Horacio A. Rodríguez.

El libro incluye varias separatas y una variada muestra de carteles, notas, planos o tarjetas postales

Dada la extensa y variada profusión de fotos (carteles, notas, planos, tarjetas postales, sobres con su dirección y sello, etc.) resulta muy difícil caracterizar el material gráfico, acompañado del texto correspondiente. Estamos ante una exquisita miscelánea que, si cubre la información de obras excelsas y monumentales de la cultura leonesa, no olvida el carácter humano de sus habitantes ni la aparición de nuevas e inesperadas empresas. Téngase en cuenta que si el lector se encuentra con alguna foto que ocupa dos o tres páginas, en otros casos se halla con documentos de superficie mínima, pero extremadamente llamativos. Y si abundan los documentos perfectos, junto a ellos aparecen otros, con fotografías borrosas, invisibles casi, castigadas por el paso del tiempo. Pero esa limitación material incluye también su gran valor de evocación.

Distribución inesperada

Un viejo León muy prestoso se divide en dos partes, pero hay que reconocer que los múltiples apartados, con títulos en rojo, hacen de ellas dos partes realmente convencionales. Lo variado de los distintos grupos sociales, los monumentos, calles y edificios modernos de estructura regia, convierten la obra en un hito de la vida en su diacronía.

Dada la variedad de su contenido, resulta una obra apta y provechosa para cualquier lector

Dada la gran variedad de su contenido, resulta una obra apta y provechosa para cualquier lector, desde los sociólogos hasta el pueblo llano, tantas veces considerado como elemento irrelevante. Obsérvese, por ejemplo, la belleza de la chica en la foto de la página 8, «LEÓN. Tipo del país». De suprema evocación resulta el apartado «La fiesta del árbol» en 1914, celebrada en la Plaza de San Marcelo, con las correspondientes partituras musicales reproducidas. No falta la detallada referencia a Frai Gerundio, (periódico satírico, fundado por Modesto Lafuente) que se mantendría en León hasta 1938. Pocos, tal vez, hayan oído hablar de «El primer cómic leonés», Aventuras de Tiburcio y Cogollo (1952-1955), cinco cuadernillos dibujados a mano por el sacerdote leonés Andrés Trapiello. Y no olvidemos un testimonio de la ignorancia y del olvido, «La demolición de las murallas de la ciudad de León», ocurrida en 1906.

Recorre el León antiguo, la Catedral, San Isidoro, San Marcos y la Plaza Mayor

La obra en su conjunto es la transcripción bibliográfica de una historia, muchas vidas y multitud de hábitos y ocupaciones. Está estructurada básicamente en las citadas dos partes que incluyen cuatro o cinco bloques: el León urbano antiguo, la Catedral (con un conjunto de treinta páginas y un facsímil del cuadernillo de I. Redondo, La catedral de León), San Isidoro y San Marcos, sin olvidar la Plaza Mayor. Y, como si estuviera fuera del contenido general y de la ciudad, surge esa especie de apéndice tipográfico dedicado a la Virgen del Camino. Fue antigua ermita de secular devoción y es pretexto para mostrar fotografías populares de gran rareza. En los alrededores de la ciudad observamos diversos paisajes leoneses, si bien la montaña está ausente por su lejanía, aunque, a buen seguro, no lo estará del archivo y de la mente del autor.

Casi todo parecía perdido en los archivos o, tal vez, en lugares de peor condición. Y uno puede preguntarse humildemente: ¿dónde se encontraban tantos misterios? Quién lo sabe, pero… Ecce homo: los hombres y mujeres de otro tiempo.

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