Ignacio Miranda - Tribuna Libre
Con Víctor vence el toreo
«Durante los últimos años, la tauromaquia está sufriendo un brutal hostigamiento por diversas vías al que profesionales y aficionados hemos asistido casi impasibles»
En la muerte del joven torero ha habido otra lección. La que han impartido su familia y su viuda
Sepúlveda no tiene, como Sevilla, una «Giraldilla mora» para llorar la muerte de Joselito, que cantara Rafael Alberti al menor de los Gallos, pero supo despedir con todos los honores y un cariño sincero a su torero, Víctor Barrio, en una impresionante manifestación de duelo que llegó a convertirse en una verdadera reafirmación del toreo. Maestros veteranos, figuras actuales, espadas modestos, banderilleros y decenas de aficionados coincidieron en la pintoresca villa segoviana ofreciendo una necesaria imagen de unidad y pidiendo respeto ante los continuos ataques que sufre la fiesta de los toros.
Así fue al menos un día, por la noble causa de arropar al compañero muerto en la plaza. Durante los últimos años, la tauromaquia está sufriendo un brutal hostigamiento por diversas vías al que profesionales y aficionados hemos asistido casi impasibles. No hemos querido ver el alcance real de una amenaza cada vez más grave, creyendo que la lidia conformaba una fortaleza inexpugnable, como tampoco hemos hecho nada para corregir el injusto funcionamiento interno del sistema taurino, que a menudo ningunea a diestros, ganaderos y espectadores. Salvo en Francia, donde las cosas se hacen de otra manera más seria.
Las presiones de los colectivos animalistas, bien organizados y muy hábiles para difundir sus demagógicos mensajes, van calando por desgracia entre algunos políticos incapaces de mantener el tipo a la hora de apoyar el espectáculo. O si lo hacen, dentro de la tibieza, sin convicción. Pero resulta más alarmante aún que el mundo del toro, cerrado y endogámico, no haya mostrado ninguna capacidad de reacción ante la virulencia de tales campañas, que parten de un concepto erróneo como es el de los derechos de los animales, mantra sin base jurídica alguna repetido por los ignorantes que creen que el toro es una mascota.
Hoy se cumple un mes de la cogida mortal de Víctor Barrio por el astado de nombre «Lorenzo», cárdeno salpicado y lucero, de la ganadería de Los Maños -origen Santa Coloma-, y parece que algo empieza a moverse en el universo taurino. Los complejos se van dejando de lado cuando un morlaco siega una vida en plenitud, drama que deja huella en toda una generación. Por eso surge la iniciativa de homenajear al compañero caído como se merece, en particular, y para reivindicar la tauromaquia, en general.
«En una España de mediocridad institucionalizada, en cuya vida pública destacan friquis, golfos y mamarrachos frente a personas rectas, se agiganta la admirable figura de Raquel Sanz por su serenidad, sencillez y señorío cuando el dolor desgarra las entrañas»
Una sensibilidad que ha cuajado por fortuna en la celebración de una corrida en Valladolid el próximo 4 de septiembre impulsada por la Fundación Toro de Lidia, con la presencia de Juan José Padilla, José Tomás, Morante de la Puebla, El Juli, Manzanares y Alejandro Talavante, cuya recaudación irá destinada a una obra de arte en recuerdo de Barrio y a diversas acciones de promoción de la fiesta. Es un cartel de relumbrón, inédito, que debería suponer el punto de partida para defender, proteger y mejorar la fiesta, con el compromiso de los profesionales. Ojalá no quede sólo en el empeño de una tarde.
En la muerte del joven torero de Grajera ha habido además otra lección. La que han impartido su familia y su viuda, Raquel Sanz, testigo de la cornada en el propio coso de Teruel. Hay que tener redaños y una afición desmedida para acompañar cada tarde desde el tendido a tu pareja, pero mucho más valor para reaccionar ante la tragedia ocurrida con tamaña entereza. En una España de mediocridad institucionalizada, en cuya vida pública destacan friquis, golfos y mamarrachos frente a personas rectas, se agiganta la admirable figura de esta mujer por su serenidad, sencillez y señorío cuando el dolor desgarra las entrañas. ¡Qué aplomo para soportar tanta vileza en los comentarios de las redes sociales, algunos de los cuales destilaban la bilis del odio cuando el diestro estaba aún de cuerpo presente!
Víctor Barrio Hernanz soñaba con abrir la Puerta Grande de Las Ventas y repetir sus triunfos de novillero. Ya lleva 31 días toreando en la plaza de la eternidad, donde coincide con Juan Belmonte para rematar una media verónica arrebujada, con Domingo Ortega para cargar la suerte y mandar suavemente la embestida, mientras departe con Antonio Bienvenida sobre el misterio de las distancias y los terrenos en la lidia. También anda por allí su genial paisano Victoriano de la Serna, que se recrea en su pase de las flores retratado por Canito. ¡Menudo plantel de artistas nos contempla desde el cielo! No lo olvidemos. Por encima de todo, el toreo es grandeza. Siempre.