Fernando Conde - AL PAIRO

Verba volant

«Mal porvenir tiene quien desprecia su pasado y, en un futuro inmediato y al paso que va la burra, ya no quedará nadie que sepa explicar por qué el castellano se parece tanto al portugués o al italiano»

Fernando Conde

«Scripta manent». Por eso hay que dejar constancia por escrito, y no sólo de palabra, de la necesidad de reintegrar al aula el griego y, sobre todo, el latín. El cuarto mandamiento exige a los cristianos honrar a su padre y a su madre , y el refranero asevera que es de bien nacidos ser agradecidos, por eso el castellano, hijo del latín -y en parte del griego-, así como heredero de su ingente cultura, no puede ni debe olvidar sus raíces. Mal porvenir tiene quien desprecia su pasado y, en un futuro inmediato y al paso que va la burra, ya no quedará nadie que sepa explicar por qué el castellano se parece tanto al portugués o al italiano, o de dónde viene tal o cual palabra, o por qué Whitehead, que además de filósofo era matemático, afirmaba que toda la filosofía occidental son sólo apuntes a pie de página de la filosofía platónica o, como el actualísimo chiste, por qué en italiano llaman al jamón «prosciutto» y en portugués «presunto», cuando en español el «presunto» suele ser casi siempre un chorizo.

Bromas aparte, lo cierto es que el latín y la cultura clásica (léase mayormente grecolatina), como aseguraba en este mismo diario el diputado Emilio del Río, deberían formar parte del currículum educativo, como mínimo durante un par de cursos. No hablemos ya de los cinco que se estudia en Alemania obligatoriamente; eso sería un lujo que nos situaría a la vanguardia de la enseñanza y de los sistemas educativos más avanzados -no deja de tener usía que una cosa tan antigua como el estudio del latín resulte tan vanguardista y que, en Alemania, cuyo tronco lingüístico no es el itálico sino el germánico, se imparta como base fundamental del conocimiento -.

Y hablando de sistemas educativos, todos sabemos que Finlandia es el espejo en el que se miran, en este sentido, casi todos los países avanzados del mundo . El finés, como descendiente directo del llamado finougrio, poco tiene que ver con el latín, y sin embargo, un dato curioso lo dice todo: cuando en 2006 Finlandia ocupó la presidencia de la UE -la próxima será en 2019-, se preocupó explícitamente de que todos los resúmenes, notas, comunicados, etcétera, de las distintas comisiones se publicaran, además de en las lenguas oficiales de la Unión, en latín. ¡Ahí queda eso!

Así que, si empezamos a convencernos de que el futuro no puede ser sólo tecnológico, quizá también caigamos en la cuenta de que humanidad y humanismo, además de compartir lexema, comparten un mismo fin: el de no convertirnos en dóciles robots de carne y hues o.

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