José Gabriel Antuñano - El callejón del gato

Vaya tropa

«Las razones de esta degradación de la clase política es clara: basta comparar los currículos de los parlamentarios de otras épocas, no lejanas, con los actuales»

ICAL

El recuerdo de las dos legislaturas pasadas produce desazón: broncas, debates mezquinos, ínfima altura intelectual, ningún ánimo de consenso, desconexión con la España real, problemas acumulados sin resolver, creciente aislamiento de la burbuja parlamentaria y «ombliguismo» (yo y mis circunstancias). Las consecuencias de esta suma (y el análisis sirve para los parlamentos nacional y regional) se resumen en una palabra mediocridad, que agudiza la fractura de la sociedad civil con una tropa de privilegiados de la nada, encerrados en su corralito, confortablemente sentados en sus escaños. Y se concreta en propuestas que apelan a sentimientos y emociones, construidos sobre relatos de postverdad o trufados de media verdades, escritos con pocos caracteres. En consecuencia, han caído en el olvido los razonamientos que siguen a un serio discurso intelectual, errado o no, compartido y rechazado.

Cierto que algunos pocos escapan a esta generalización y tratan de imponer sensatez, discursos fundamentados y decir con verdad, pero son pocos. Las razones de esta degradación de la clase política es clara: basta comparar los currículos de los parlamentarios de otras épocas, no lejanas, con los actuales: los altos funcionarios, catedráticos, profesionales de prestigio, personas cultas al margen de su titulación universitaria, se remplazan por hombres y mujeres sin trasfondo intelectual (título universitario sacado a trancas y barrancas, dilatada trayectoria en las juventudes de los partidos, nulas lecturas), currículos tuneados con plagios o sin ellos, ninguna experiencia laboral y despego de la vida cotidiana al pacer en los corralitos de los partidos. A esta tropa hay que votar. Con ellos se incrementará el divorcio con la sociedad civil, aunque los debates, más estériles, resultarán más entretenidos como reality show. Ojalá hayamos tocado fondo y la mediocridad, cuando no la zafiedad, empiece la cuenta atrás para la regeneración política.

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