Valladolid ya tiene su monumento a la Semana Santa
El escultor Óscar Alvariño coloca su obra, que perpetúa el amor y el respeto que tiene la ciudad por los días de la Pasión, en la Plaza de Portugalete, a pocos metros de la iglesia de La Antigua y la Catedral
![El escultor Óscar Alvariño, junto a su obra, en la Plaza de Portugalete de Valladolid](https://s1.abcstatics.com/media/espana/2020/07/30/escultura-U301101579224rzB--1248x698@abc.jpg)
Si de algo enorgullece a casi todo vallisoletano, además de su Museo Nacional de Escultura, es la Semana Santa, muy ligado por razones obvias al anterior. Por eso, los cofrades de la ciudad llevaban años reclamando una escultura que perpetuase a lo largo de todo el año la ligazón que esta ciudad mantiene con su Semana Santa, y no sólo por cuestión religiosa sino también cultural. Desde este jueves por la mañana ya descansa en la Plaza de Portugalete, delante de la Iglesia de la Antigua y muy próximo a la Catedral esa escultura, obra del artista Óscar Alvariño (Madrid, 1962), que ganó un concurso público convocado por el Ayuntamiento en 2018 aunque no se resolvió hasta el pasado año.
Se trata de un bronce a tamaño casi natural formado por dos figuras, en el que un cofrade adulto, vestido con túnica, cíngulo y capirote, enciende con su hacha de luz (velón) el que ofrece una niña a cara descubierta en un ventoso día de primavera. Varios elementos ha querido el escultor que estuvieran muy presentes en su trabajo: por un lado, los vinculados a la niña, representante de las nuevas generaciones que se unen a esta tradición pero también a la paulatina incorporación de la mujer a la Semana Santa vallisoletana; y por otro, dos más intangibles, el viento y la luz, condicionados por el emplazamiento que tiene la obra, donde cada Jueves Santo confluyen más de 20 cofradías. Así se lo explicaba el artista hace unos meses a ABC, días antes del obligado confinamiento impuesto por la pandemia del Covid.
Entonces aún se encontraba en plena fundición de la obra y después de «una intensa fase de documentación»: «Hice como cinco o seis dibujos y a partir de ahí comencé a trabajar en el boceto», apuntaba entonces el también profesor de Escultura de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid.
No es la primera vez que el artista aborda una escultura relacionada con la Semana Santa. Ya lo hizo en Palencia y en Guadalajara y por eso, confesó que «ya tenía mucho camino andado» que por supuesto ha «enriquecido». «Siempre hay una evolución y en este caso creo que sí se ha conseguido, por lo menos en la fase primaria del barro, que luego tiene su consecución en el bronce». Destacó entonces, en este sentido, el movimiento que infunde en el ropaje, especialmente en la capa del adulto, lo que considera que contribuye de manera especial la composición de la escultura «porque crea muchas diagonales». Quería Alvariño que en los 360 grados que se puede disfrutar la escultura ésta «tuviera una sensación dinámica de viveza, de latido».
«Guiños» a los referentes
Confesó también entonces que el hecho de que Valladolid sea referente «máximo» en la escultura religiosa le hacía muchas veces durante el proceso de creación tener la cabeza en esos maestros «indudables» que son Gregorio Fernández, Alonso Berruguete o Juan de Juni, cuyas obras tantas veces ha visto en el Museo Nacional de Escultura y a los que ha intentado tener «guiños» en la propia pieza: «Para mí ha sido un ejercicio constante de vínculo emocional».
La obra, la primera en Valladolid aunque el artista tiene más en la provincia -Nava del Rey y Tordesillas-, ha sido instalada en la Plaza de Portugalete sin más testigos que un arquitecto municipal y los viandantes que a esa hora paseaban por la zona, aunque en principio queda pendiente su inauguración por parte de las autoridades municipales.