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Valladolid se ralentiza entre la incredulidad y el temor

La gran mayoría del comercio y la hostelería vallisoletana abrió hoy sus puertas con escasa presencia de clientes, que se aglutinaban en mercados, supermercados y tiendas de alimentación

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F. HERAS

ABC

Amanecía fría la mañana en Valladolid, pero el mercurio no era freno para que los vallisoletanos salieran a la calle desde primera hora para acercarse a sus tiendas de alimentación más cercanas o a los supermercados de sus barrios, para intentar aprovisionarse de comida tras el anuncio realizado ayer por el presidente del Gobierno de que hoy el Consejo de Ministro aprobará el estado de alarma para intentar frenar los efectos del coronavirus en España.

Desde las ocho y media de la mañana, las calles de los barrios vallisoletanos tenían más tránsito del habitual un sábado cualquiera, y la gente aguardaba paciente la apertura de carnicerías, pescaderías y tiendas de ultramarinos para realizar una compra bastante más abundante de lo normal. En Huerta del Rey, Pajarillos, Rondilla, Delicias o la zona centro, los clientes aguardaban su turno con resignación fuera de los pequeños comercios, para evitar aglomeraciones dentro de las pequeñas tiendas, mientras que la estampa en los supermercados era bien diferente, con larguísimas colas antes de la apertura en calles como Don Sancho, Cigüeña o Madre de Dios, e improvisados parkings atestados de carros de la compra esperando a sus dueños mientras ellos recorrían los lineales.

Por las calles, mascarillas muy esporádicas cubriendo algunos rostros de los viandantes, paradas de autobús prácticamente vacías -Auvasa ya ha suspendido a las tres el servicio- suspenda hoy mismo los recorridos de los buses urbanos, apenas tráfico rodado por el centro de la ciudad, bastantes personas paseando sus perros y muy pocos niños, en contraste con la proliferación de adultos portando bolsas cargadas en casi cualquier parte de la ciudad, informa Ical.

Tras el anuncio anoche de la presidenta de la Asociación de Hosteleros de Valladolid, María José Hernández, de que en torno al 60 por ciento de los negocios del sector cerrarían sus puertas, la situación parecía otra hoy, con buena parte de esos negocios abiertos, si bien la merma en la clientela era notoria y significativa en general . La situación sí es fácilmente visible en el entorno de la Catedral y la Plaza de la Universidad, donde cuesta encontrar alguno de los muchos bares de la zona abiertos, y carteles a las puertas de los establecimientos advierten de que la «prioridad» es «la salud y el bienestar de los clientes», por lo cual han decidido suspender su actividad momentáneamente .

Por el centro, las terrazas de las cafeterías de la Plaza Mayor que a media mañana estaban bañadas por el sol se encontraban a media ocupación, mientras abrían sus puertas todo tipo de negocios: camiserías, librerías, ópticas, tiendas de móviles, herbolarios, floristerías, jugueterías, zapaterías, tiendas de ropa para bebés o papelerías, cuyos clientes se podían contar con los dedos de una mano.

Mientras la ciudadanía se debate entre la incredulidad y el temor, las conversaciones son monotemáticas estos días en las calles , desde mayores que hablan sobre lo que harán sus hijos «en Madrid» o quien considera que «todo se podía haber controlado si hubieran decretado el cierre de fronteras», hasta quien censura con sorna el anuncio de Sánchez de que autónomos y pymes podrán aplazar durante seis meses el pago de impuestos como el IRPF, el IVA o Sociedades: «¿Si no tienes ganancias qué vas a pagar?», preguntaba una dependienta a su única clienta en la calle Mantería.

Mientras en Rio Shopping insólitamente el aparcamiento está semivacío, en las grandes cadenas los reponedores no cesan su actividad, mientras las cajeras se enfrentan a su quehacer cotidiano con la escasa protección que les brindan unos guantes desechables de la frutería, y en mercados como el del Val, el Campillo o las Delicias, carnicerías y pescaderías trabajan a un ritmo vertiginoso («más que en Navidad» , subrayan incrédulos en el Val) mientras surgen algunas tensiones provocadas por quien no sabe aguardar su turno. Buena parte de las pescaderías de esos mercados dan por cerrada la jornada antes de la una de la tarde tras deshacerse de todo el producto, y la situación va por el mismo camino en el caso de las carnicerías, donde a la voz de «¡Vamos, que esto se acaba!», se apuran las compras.

En el mercado al aire libre de la Plaza de España, las cajas vacías se amontonan ordenadas en el centro de la Plaza, aunque los puestos siguen teniendo gran variedad de productos para elegir, entre frutas y verduras, y las panaderías de la zona atestiguan un incremento del volumen de clientes y de gente en la calle pese a las recomendaciones de quedarse en casa transmitidas ayer viernes desde la Junta de Castilla y León.

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