José Gabriel Antuñano - El callejón del gato
Últimos románticos
«Quedan unas semanas para comprobar si diluir las siglas de IU en el magma podémico atrae a los votantes románticos o los deja en casa»
Esta non nata legislatura trae una mayor desafección de los ciudadanos por la clase política y una evidencia, el disfrute de los beneficios de la pasta de los intolerantes con la casta, pero deja para el recuerdo una nota positiva, la de los últimos románticos (IU). Me imagino a los Guarido, Saravia, Lara y otros compañeros de la generación de los cincuenta en los conciertos de Víctor y Ana, con la lucecita de una cerilla (de su esperanza), coreando con nostalgia aquello de «enterrar un fin de siglo (por el XX) distinto del que soñé», y firmantes de la solemne Declaración de Zamora, ahora desconcertados por ese joven ambicioso, Garzón, dispuesto a vender la primogenitura de los románticos, por unas lentejas (hacer de la política su forma de vida).
Los nostálgicos románticos han defendido con una coherencia admirable que las ideas representadas en unas siglas no podían transaccionarse y menos cambiar el rojo por el morado del prepotente, manipulador y joseantoniano Iglesias. Lo dejaron claro en Zamora con el diseño de una constructiva hoja de ruta para no ser comidos por Podemos y para cortar las alas a su verso suelto. Pero Garzón descalificó a los abajo firmantes de Zamora como tolerantes con la corrupción y sin cabida en un proyecto de futuro. Con un soplo apagó la lucecita de estos románticos y con hambre de seguir en el marchito será capaz de enterrar un partido y unos ideales para no cercenar su proyección. Quedan unos días para ver si les dobla el pulso a los sesentones románticos y unas semanas para comprobar si diluir las siglas de IU en el magma podémico atrae a los votantes románticos o los deja en casa. Al final si Garzón consuma su traición demostrará que no hay peor cuña que la de la propia madera.