Un tuercebotas más

Cuando todavía resonaban los ecos de la inauguración de Las Edades del Hombre en Aguilar de Campoo, el municipio palentino ha acogido una jura de bandera de civiles con motivo de las celebraciones del Día de las Fuerzas Armadas. Más de doscientas personas prometieron lealtad a la patria y al ordenamiento constitucional, en una ceremonia reaccionaria de las que aborrecen por igual la izquierda más radical y la harka nacionalista. Porque lo que mola es seguir pitando el himno al inicio de la Copa del Rey y ultrajar impunemente la bandera. Porque esos comportamientos cerriles son en esencia libertad de expresión.

Claro que lo de «civiles» es muy relativo. Porque menudo grado de civismo y madurez democrática puede tener esa manada de fachas comprometidos libremente a defender un estado opresor y expoliador con dos milenios de vida en común. Una nación que debe avergonzarse de su historia, poblada por bestias carroñeras, víboras y hienas con una tara el ADN, según el flamante presidente catalán, Quim Torra, un energúmeno que predica el odio a España y sigue clamando por perpetuar la paranoia secesionista al margen de la ley.

Vivimos en uno de los países más vulnerables del mundo por su posición geoestratégica que, de forma paradójica, tiene una escasa cultura de defensa. Pero ahora el enemigo está dentro de nuestras fronteras y es español aunque reniegue. Siguen erre que erre en su movida sediciosa buscando adeptos por una Europa condescendiente con los delincuentes. Ante cualquier desafío, si la autoridad no lo contrarresta, nos topamos con las agresiones al profesorado en las aulas, los narcotraficantes encampanados por el Campo de Gibraltar o el golpe reiterado en Cataluña. En la montaña palentina juraron bandera doscientos ciudadanos, pero desde el plano de los sentimientos fueron muchos más. Perdura el espíritu patriótico que despertó en octubre. Somos muy fuertes frente al racismo de otro tuercebotas lenguaraz.