Primera moción de censura en Castilla y León

Tudanca fracasa en su moción y Cs cierra la puerta a futuros pactos con el líder del PSCL

El secretario general de los socialistas descarta dimitir e insiste en que el «cambio» llegará «más pronto que tarde»

Luis Tudanca ayer, durante un momento del debate de la moción de censura HERAS

I. Jimeno

Respiración contenida hasta el último segundo escuchando el sucesivo pronunciamiento, de viva voz, con algún tropezón y por llamamiento, en forma de «sí», «no» y «abstención». A las 19.34 horas se certificaba el fracaso de la primera moción de censura en Castilla y León. El socialista Luis Tudanca sólo lograba concitar 37 votos (los 35 de su partido y los dos de Podemos). A cuatro de la mayoría absoluta necesaria. Su gozo en un pozo. Al que se lanzó sin agua. Se confirmaba así lo que se intuía. Y más después de irse a comer antes del receso de la sesión con el aperitivo de que, además de Por Ávila, tampoco UPL se sumaría a la causa de Tudanca para derrocar al popular Alfonso Fernández Mañueco.

La relativa tranquilidad que se respiraba en las filas populares desde primera hora y la «paciencia» con la que Mañueco afrontaba la sesión prácticamente desbarataba antes de empezar las ilusiones socialistas, por más que Tudanca apeló una y otra vez a Ciudadanos, el peón clave para su pretendido jaque a Mañueco. Sin esos dos apoyos en el Grupo Mixto y pese a la declaración de amor profesada por la formación morada, todo estaba por fiar a que algún parlamentario naranja rompiese la disciplina de partido. Pero no ocurrió por más que la repentina salida el viernes de María Montero diera cierto aliento una moción que «nace podrida de base», espetó el presidente de la Junta. Pero ni siquiera la ya ex de Cs dijo sí. Fue una de las tres abstenciones.

Los once votaron en bloque: «No». Y no sólo fue rechazo a ser parte de quien se llevara por delante el Gobierno del que forman parte. Adiós también a cualquier acuerdo con Tudanca. «Hoy no solo se va a enterrar una moción», sino también «todas las futuras alianzas de mi partido con usted. No con el PSOE, con usted», dejó claro el portavoz naranja, David Castaño, en un duro discurso en el que afeó al socialista no esgrimir un «proyecto alternativo» y pretender ser presidente sin «ser capaz de reconocer ni una política óptima, adecuada de la Junta, una bondad» de esta tierra a la que dibujó como un «Apocalipsis». Y recriminó que presentase la moción incumpliendo todas sus afirmaciones anteriores y haber dado el paso sólo por «su propia carrera profesional».

Regreso al pasado

«No he visto jamás que me pidan el voto insultándome», reprochó Castaño a Tudanca después de un discurso del líder socialista en el que a la vez que apelaba al respaldo de Cs, cargaba contra la formación naranja. En una especie de «Regreso al pasado», el secretario general del PSCL volvió la vista atrás una y otra vez para enarbolar que fue la lista más vota en 2019 -35 escaños y el 35% de los votos-, pero «no tienen la mayoría en esta Cámara». «Se llama democracia», puntualizó Castaño. Ese pudo ser (presidente) y no fue al que dos años después sigue agarrado y para el que volvió a llamar y culpar a la vez a Cs, intentando descargar toda la responsabilidad de su fracaso. Apeló a los 81 procuradores, «les pido la confianza, a todos y cada uno de ustedes, por la decencia y la dignidad» con la que dijo presentar una moción de censura . «Aquel día hicieron lo peor que se puede hacer en política, traicionar la confianza y la voluntad de la gente. Se traicionaron incluso a sí mismos», recriminó el socialista con la espina clavada en el corazón al que continuamente dirigía su mano y a medio camino entre el reproche y el cortejo. «La vida no siempre da una segunda oportunidad. Hoy, la tienen, y es la última», imploró Tudanca.

Pero pinchó en hueso. Castaño le dio calabazas, defendió su acuerdo con el PP - «si ésta es su idea de cambio le digo sin miedo a equivocarme que hicimos bien en no pactar con usted», dijo- y hasta le vino a decir que con él como futuro candidato no cuente con ellos. Se siguen viendo «más vivos que nunca», según defendió el vicepresidente y portavoz de la Junta, Francisco Igea, por más que el dirigente socialista insistiese en enterrar al partido naranja.

Un revés más en una jornada en la que sólo concitó el apoyo y los halagos de los suyos, se felicitó de no tener el de Vox y sumó a su causa a Podemos, cuyo portavoz y recién reelegido líder autonómico, Pablo Fernández, enterró el hacha de guerra con los socialistas. Pelillos a la mar de los tiempos de los roces en los que saltaban chispas y hasta proposición de matrimonio para el futuro a partir de 2023, fecha de la próxima cita con las urnas. Y es que hasta Pablo Fernández, que mostró «todo» su apoyo a la moción, asumió por anticipado que estaba abocada al fracaso. «Es posible» que la maniobra de jaque a Mañueco «se precipitara demasiado», reconocióAsumidoHasta el PSOE, que hasta el último minuto antes de votar pidió el voto, en sus discursos iniciales daba por hecho que se enfrentaba a un imposible.

«Han perdido la mayoría», espetó primero la secretaria de Organización y vicepresidenta de la Cámara, Ana Sánchez, al defender la maniobra. Lo reiteró minutos después Tudanca. Unas palabras con las que querían hacer ver al Gobierno de coalición de PP y Cs que la fuga de Montero -salvo que finalmente renuncie al acta, como le ha pedido el partido- les deja sin el control de la Cámara, pero que dejaban entrever ya las pocas esperanzas en alcanzar ellos el poder. Una moción de censura quita un gobierno e inmediatamente pone otro. «El momento político no era el mejor», reconoció Tudanca, que hasta horas antes de registrarla había mantenido que no lo haría sin apoyos y esperaría a otra fecha más propicia sin Covid-19 de por medio. Y eso que apenas citó que la pandemia sigue -como le afeó el portavoz del PP, Raúl de la Hoz-. Lo justificó en el «riesgo» de un adelanto electoral que vendió casi como un favor a Mañueco ante la posibilidad de no ser el candidato del PP. Pero sin confirmar que fuese a ocurrir -el presidente lo negó su intención de anticipar la cita con las urnas- precipitó la maniobra de estrello.

Pero no dimitirá. El «cambio» llegará «más pronto que tarde» afirmaba ya antes de saber que el resultado no le acompañaba. Sí los suyos, en torno a Tudanca al acabar la sesión. Enfrente, la bancada del Gobierno, del PP y Cs al grito de «¡Presidente! ¡Presidente!», en torno a Mañueco. Saludo con el codo también fuera con Igea. Rostros de felicidad, de desahogo que continuaron en los pasillos y en el exterior, donde Mañueco recibió el apoyo del presidente nacional del PP, Pablo Casado. Por las redes, Inés Arrimadas (Cs) también lo bendecía.

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