Trigo mutado para el reto climático

Los trabajos del Itacyl están enfocados a controlar enfermedades del cereal y adaptarlo al calentamiento global

Presentación de los resultados de los diferentes ensayos agrarios llevados a cabo en el Itacyl ICAL

Clara Nuño

La población mundial se incrementará alrededor de un 50% en los próximos 50 años y eso supondrá muchas bocas que alimentar . Son datos proporcionados por Antonio Villarroel, director general de la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (Anove) que, como responsable de la sociedad Gestión de Licencias Vegetales (Geslive), colabora junto al Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl) para incrementar en el futuro la productividad competitiva, es decir, poder dar de comer a más gente. Para ello, pretenden ver y potenciar la evolución de la mejora genética de los cereales y responder además a los cambios que afronta el mundo con el nuevo escenario climático.

«Somos la primera generación en la historia que ha descubierto que el planeta tiene límites» , manifestaba ayer Villarroel frente a los campos de la Finca de Zamudueñas en Valladolid, una de las 80 localidades en Castilla y León en las que se desarrollan ensayos donde se verifica el potencial de los experimentos genéticos en diferentes cultivos.

«La genética y la biodiversidad son dos herramientas fundamentales que permitirán incrementar en el futuro los rendimientos y la rusticidad de los cultivos», completaba Jorge Llorente, viceconsejero deAgricultura y Ganadería y director general de Itacyl.

El ‘Pacto Verde’, explicaron, supondrá un gran reto porque hay que tener en cuenta los incrementos en las temperaturas, las olas de frío, las olas de calor: «Debemos adaptar las diferentes variedades de cereal para asegurarnos de que los agricultores puedan seguir cultivando. De ellos depende nuestra alimentación» , subrayó.

Por su parte, Domiciano Pastor, representante de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA), puso de relieve que los alimentos transgénicos no son agresivos con la biodiversidad: «Se pueden negociar las creencias, pero no la ciencia» , aseveró para agregar que los productos mutados que se consumen (que son casi todos) cuentan con una investigación científica y unos controles detrás:«Somos los primeros interesados en mantener esta tierra bien porque nosotros vivimos de ella y a la tierra no se le puede engañar», zanjó.

Ayer los protagonistas fueron los trigos, en concreto 22 variedades a desarrollar, pero aseguraron tener otras especies en ensayos que marcarán el futuro de la agricultura.

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