Fernando Conde - Al pairo
Trans...respeto
«El respeto sólo se gana con respeto. Y el respeto es una virtud bien escasa en nuestros días«
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Los extremos suelen aproximarse tanto que a veces acaban contraprogramándose. Eso es lo que ha pasado esta semana: a la puesta en rodadura de un autobús contra la transexualidad , por parte de la organización ultracatólica «Hazte oír», el azar contestó con una drag queen que, en una interpretación bastante sui generis -por no decir chusca- del uno y trino, se trasmutó en Virgen María y Jesucristo a la vez. Pero vayamos por partes.
La naturaleza, con toda su perfección y esplendor, también comete fallos. Podríamos llamarlos, si quieren, fallos de configuración , como si fuera una gran cadena de montaje de especies, entre las cuales se encuentra, claro está, la nuestra. Así, entre tanto millón, es normal que de vez en cuando ponga el cerebro de un cantante en una persona muda, el de un atleta en el cuerpo de un tetrapléjico o el de un malvado tras una cara angelical.
¡Qué hay de raro entonces en que ponga el de un hombre en el cuerpo de una mujer o viceversa! No se trata de ninguna enfermedad ni de una aberración , simplemente es un fallo, «una decisión» equivocada, un desafortunado capricho suyo del que nadie, y mucho menos quien lo «sufre», tiene la culpa. Por eso, la actitud de esta plataforma no sólo es intolerante, sino también y además, profundamente inhumana y, lo que es peor, esencialmente anticristiana.
En el extremo de al lado está el espectáculo de la ya famosa Drag Sethlas en las Palmas de Gran Canaria . Loca por convertirse de una vez por todas en la «Reinona» del carnaval isleño, no dudó en convertir las figuras, sagradas para muchos millones de personas, de Jesucristo y la Virgen en trampantojo de sus propias frustraciones humanas. Sabía que la provocación sería exitosa. Y así fue: el jurado, corporativista y superguay, le otorgó la corona ante un público excitadísimo y entregado.
En ambos casos falla lo mismo, el respeto . El respeto a la otredad, el respeto al de enfrente, al que es o piensa distinto, a las creencias del otro. Pero el respeto sólo se gana con respeto. Y el respeto es una virtud bien escasa en nuestros días . La virtud de la que adolece, por ejemplo, el eurodiputado polaco Janusz Korwin-Mikke. Sepa usted, señor eurodiputado, que las mujeres son más inteligentes que los hombres (esto también lo demuestra la naturaleza con el resto de especies); son más fuertes (no hay más que ver que son capaces de parir incluso eurodiputados de su especie); pero sí, tiene usted razón en que son más pequeñas. Aunque hombres como usted ya deberían saber que el tamaño no importa. Importa el respeto.