Todos a una

Vestas ha sido capaz de unir a toda la Comunidad en un frente común para intentar salvar una industria que hoy se ve clave en el tejido industrial de León y de la región. También ha hecho saltar las alarmas sobre qué medidas tomar para evitar las feroces deslocalizaciones que promueven empresarios sin escrúpulos, que calculan con frialdad extrema las ayudas a percibir y el tiempo que tienen que aguantar para no tener que devolverlas. Es sangrante que empresas con balance positivo se lleven su actividad a otro lugar y practiquen la política de tierra quemada para mejorar su rentabilidad. Les da igual lo que suceda, el drama de las personas que pierden un empleo, el futuro de un territorio cuyos trabajadores se esforzaron en dar una profesionalidad y calidad al trabajo que ha permitido ser grande a esa misma empresa.

No es fácil la solución. La unión hace la fuerza, aunque a veces esa unión se quiebre por torticeros intentos de capitalizar un éxito, que luego no es tal y que genera chuscos episodios como el del anuncio la pasada semana de un acuerdo por parte del Gobierzo Sánchez, que luego resulto ser un bluf más al que desgraciadamente ya nos tiene acostumbrados.

La unidad alcanzada en Vesatas llevó ayer a la UE una alerta para concienciar del problema que tenemos y de los que se pueden generar en un futuro, porque las empresas acuden donde les ayudan a implantarse, pero la competencia es tal que si nos pasamos en los controles, buscarán ofertas más laxas y al final será perjuicio para todos.

Vestas es una causa común, una herida grave en el tejido industrial de Castilla y León y una alerta muy seria de que España y Europa, todos, han de establecer mecanismos de seguridad que si no se toman, acabarán tarde o temprano por afectar a todos los paises.