Todo igual

Esta tierra es siempre igual. Los campos verdecen en primavera y hay tardes que refrescan incluso en julio. Y un año hay elecciones de una cosa, al siguiente de otra y el que viene Dios dirá. El caso es que haya. Que no falte.

Al leer la prensa esta semana me entraba una sensación de «déjà vu» inevitable. Las mismas noticias que el año pasado y si nos descuidamos las mismas noticias que el siguiente. Los de Treviño quieren anexionarse a las vascongadas, nuevamente. Y yo escribí entonces algo así como que podían haber sido los irreductibles galos de la Francia pero optaron por ser una caricatura de Artur Mas. Aquí el «déjà vu». Volvían a llevar ayer al pleno un acuerdo para iniciar el procedimiento de integración en Álava. A mí me suena a lo mismo que cuando en Cataluña azuzaban con aquel famoso «proceso de desconexión» y hasta la fecha, que yo sepa, siguen enchufados. Siempre hay una fecha límite en el calendario para cumplir todos los objetivos que nunca saldrán adelante. Al final, igual que los campos se agotan en verano, ni unos se anexionarán al País Vasco ni los otros se independizarán del resto.

Treviño aparte la sensación es de vivir lo mismo que el año anterior por estas fechas. Estamos metidos en una campaña electoral perenne. El pasado año era autonómico el asunto y en esta ocasión nacional. Pero son las mismas siglas y un cacareo similar. Por aquí se dejarán caer los dirigentes de los partidos y pasearán por las calles como quien lo hace a diario. El resto de la legislatura ni se acordarán. Por suerte nos han concedido, de gracia, ahorrarnos las banderolas por la calle pero yo tengo miedo, esa sensación de «déjà vu», de que aparezca en cualquier esquina un coche de esos con megafonía que te dejan sordo y te provoca medio infarto vendiéndote las promesas de unos y de otros.

Y así transcurre la vida en esta región, sin sobre saltos. Todo igual.