Sindicatos

«Nos ha tocado bailar con la más fea, pero el sindicalismo goza de buena salud»

Agustín Prieto y Ángel Hernández repasan con ABC un periodo «complicado» con el diálogo social como principal «motivo de orgullo»

ABC reunió a los dos sindicalistas en un bar de Valladolid F. HERAS

J.M. AYALA

Llevaban sin estrecharse la mano desde la manifestación del último 1 de mayo porque Agustín había querido desconectar un tiempo de la «actualidad» tras abandonar su cargo al frente de UGT, pero el «feeling» que confiesan sentir se nota desde el primer minuto. «Gelo» bromea sobre la jubilación del que ha sido su otra mitad en los últimos doce años de unidad sindical en Castilla y León, y Prieto le pide que «curre», aunque le queden «dos telediarios» para dejar Comisiones Obreras. El encuentro de los dos históricos del sindicalismo regional es distendido, pero también hay tiempo para ponerse serios cuando recuerdan los estragos que dejó la crisis y para sacar algo de pecho por haber sido capaz «de dar respuesta a la parte de la sociedad que peor lo estaba pasando».

-¿En qué momento y por qué razón decidisteis afiliaros a vuestros respectivos sindicatos?

-Ángel Hernández: Empecé a trabajar a los quince años en la dictadura y fui consciente muy pronto de que si no se defendían los derechos de una forma colectiva, al final desaparecen.

-Agustín Prieto: Había un poso ideológico socialista en mi familia y yo tenía claro me iba a afiliar cuando empezara a trabajar. Vimos que había que organizarse dentro de la administración pública, que era donde yo estaba. Siempre me he preguntado qué sería de este mundo si desaparecieran mañana los sindicatos.

-¿Y en qué momento pensasteis por primera vez que podríais llegar a ser secretarios regionales de UGT y de Comisiones Obreras?

-A. H.: Nunca lo pensé. Ni siquiera estando ya en la dirección. Accedí como candidato por una circunstancia atípica como fue la enfermedad de Jesús Pereda. Él habló con varias personas y de esas conversaciones salió una especie de tercera vía, que fui yo. Tuve exactamente diez minutos para tomar la decisión de presentarme.

-A. P.: Fue un proceso largo en el que pasé por varias responsabilidades. Por aquel entonces, éramos la única comunidad en la que UGT no estaba constituida a nivel regional. Cuando Fermín Carnero se iba a jubilar, empezaron los movimientos. Estaba muy cómodo como secretario de Organización y no pensaba mucho más allá.

-¿Consideráis que habéis sabido liderar bien el sindicato en los más de diez años que habéis estado al frente de UGT y CC.OO.?

-A. H.: Si lo valoramos desde el punto de vista de que hemos optado a la secretaría regional en varios congresos y se nos ha dado el apoyo, sí. Desde el análisis más personal, creo que liderar una organización en Castilla y León es bastante más complejo porque se multiplica todo por nueve y con menos gente para llevarlo a cabo. Si miro para atrás, estoy bastante tranquilo porque creo que he hecho lo que buenamente he podido.

-A. P.: Muchas cosas se podían haber hecho de otra manera, pero hay que estar en el día a día y en las circunstancias que lo rodean. Nos ha tocado bailar con la más fea, en una situación de paro galopante y un montón de cierres de empresas. Hacer sindicalismo así es mucho más complejo. Con todo, los dos sindicatos hemos pervivido. En 2009 ó 2010, en el apogeo de la crisis, no daban un duro por estas organizaciones y hemos demostrado que seguimos siendo muy necesarios.

¿De qué acuerdo o de qué decisión os sentís más orgullosos?

-A. H.: Con la Renta Garantizada de Ciudadanía, porque estaba destinada a la gente que no tenía nada y se hizo en un momento de recesión económica y presupuestaria. Fue posible porque veníamos rodados en el ámbito del Diálogo Social en la Comunidad. Si no, hubiera sido casi imposible.

-A. P.: Lo mismo. Fuimos capaces de que demostrar que el diálogo que había en Castilla y León no era ficticio, que era algo cercano a los ciudadanos. Dimos respuesta a la parte de la sociedad que peor lo estaba pasando.

-¿Y el mayor error?

-A. H.: Creo que es un fallo colectivo que afecta también a la totalidad de la clase política española. Se debería haber hecho un gran pacto por el que los sacrificios que había que pasar tuvieran como recompensa que los derechos de los trabajadores no se perdieran. No supimos o no pudimos situarnos en ese escenario, quizás porque el Gobierno en aquel momento no dejó claro el calado de la crisis. Los demás errores en Castilla y León son más de consumo interno.

-A. P. : Es cierto que el alcance no se analizó en profundidad. Nunca pensamos que iba a ser tan grande y el Gobierno de Zapatero decía que era un bache que luego se convirtió en un abismo. En todo caso, tampoco los sindicatos somos los culpables de las bonanzas ni de las crisis. Estamos para tratar de que las condiciones de los trabajadores sean las mejores posibles en cada momento.

-¿Les han echado más broncas los afiliados de Castilla y León o desde Madrid por vuestra buena sintonía con la Junta, del PP, en estos años?

-A. P.: Nos han echado broncas la oposición, la primera. También internamente desde muchas federaciones que no entendían que firmáramos algo con la Junta. Donde menos enfado ha habido ha sido en la organización confederal, porque entienden qué es el diálogo social.

-A. H.: En nuestro sindicato a nivel nacional se pone como ejemplo de dinámica de concertación social lo que tenemos en Castilla y León, aunque en su momento había un 20 o 30 por ciento de las personas que decidían que tenían una concepción partidista y consideraban que, en función de quién gobernara, pactar con ellos era una cesión de derechos. Para nosotros, en Castilla y León, nos ha servido para reforzar la autonomía sindical y barrer esos posicionamientos. Además, hay que respetar las contrapartes porque las elige la ciudadanía

-¿Pero habéis sentido en algún momento que «ayudabais» al PP a ganar elecciones al pactar tantos acuerdos sociales?

-A. H.: No lo creo y me importa un pepino. En Andalucía, cuando Susana Díaz pacta con los sindicatos y la patronal, algo similar pensará el señor Arenas. Hemos hablado con la oposición mucho, pero creo que en un momento determinado las cosas también cambiaron y supieron que más les valía no retorcer el hocico y ponerse a hacer de guardianes en el cumplimiento de los acuerdos firmados

-A. P.: Pragmatismo. Ésa es la clave. El dialogo social no se ha inventado aquí, pero nosotros hemos sido alumnos muy, muy aventajados. Jamás dejamos de acordar algo por si podía beneficiar a uno u otro partido.

-¿En algún momento pensasteis en dimitir de la secretaria regional?

-A. H.: Muchas veces. Aquí las hostias son gordas, sobre todo porque nos ha tocado desde 2009 situaciones muy duras. He salido muchas veces de la sede embirrochonado por 20.000 cosas, pero uno no está en esto si no quiere y al final te puede la responsabilidad y el compromiso con la gente.

-A. P.: El sindicato en el día a día requiere de mucho sacrificio. A veces, parece que los que estamos en estos cargos somos unos privilegiados y nada más lejos de la realidad. No queremos ninguna medalla, porque hemos estado aquí porque nos gusta. Si no, nos hubiéremos ido a nuestro puesto de trabajo y punto. Eran miles de kilómetros al año por toda esta geografía tan extensa, sabiendo que tu jornada laboral no tenía fin. En casa me decían que yo estaba reivindicando las 35 horas semanales y cuando hacía 70 me daba por satisfecho. Días en lo que estabas cansado y tienes tentación de dejarlo todo hubo muchos.

-¿Y os hubiera gustado poder seguir más tiempo en vuestros cargos?

-A. P.: Antes decía que no había que ponerles puertas al campo, pero me he dado cuenta de que es prácticamente imposible poder seguir manteniendo la misma ilusión y garra después de doce años en el cargo.

-A. H.: En Comisiones hay un límite de tres mandatos y creo que es positivo para evitar que la gente se apalanque. Desde un punto de vista personal, voy a hacer 14 años al frente del sindicato, tengo ya 60 años y creo que era el momento. Además, creo que hay cantera, aunque sea diferente. Nosotros éramos de patadón y a correr y los nuevos son más del «tiki-taka». Nosotros venimos de un momento mas de pelea ideológica, y los de ahora están más laboralizados, son más del mundo propio del trabajo.

-A. P.: Sí que veo cantera. Hay gente joven que se moja y tienen buena preparación. A pesar de que nos han dado por todos los lados, el sindicalismo goza de buena salud.

-¿Les molestó que un momento dado los movimientos sociales les quitaran la calle?

-A. P.: Todo ese movimiento lo vimos con preocupación, pero luego nos pusimos al frente. Los del 15M y demás colectivos pedían medidas calcadas a las nuestras. Algún iluminado de ellos decía que íbamos a durar dos días y amenazaban con hacer un sindicato. Tuvieron que desistir.

-A. H.: Lo que se reivindicaba por aquel entonces en las plazas era lo que pedía la izquierda y los sindicatos. Ahí había gente que no se sabía dónde habían estado hasta ese momento. Debían vivir en el país de Heidi y encontraron un paraíso. Era muy fácil decir en la calle que el capitalismo era muy malo, pero al día siguiente éramos nosotros los que teníamos que sentarnos a negociar con una empresa que planteaba un cierre.

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