JUICIO CONTRA EL CRIMEN DE CARRASCO

Una testigo justifica la presencia de la agente cerca del lugar del crimen

«Verla ahí sentada es muy injusto», declaró entre lágrimas

R.A.

El testimonio que más ha reforzado la versión de Raquel Gago hasta el momento ha sido el que este pasado jueves realizó Beatriz Real, hija de la dueña de la tienda de manualidades a la que la acusada quería supuestamente ir en la tarde en la que se produjo el crimen. Muy emocionada, cortó las preguntas que le estaban haciendo los letrados de la acusación para afirmar: «Yo no tengo que ver a Raquel ahí sentada, es muy injusto , mi madre estaba muy enferma, mi hermana no fue a abrir la tienda y me siento fatal». Sus lágrimas hicieron que la acusada también rompiera a llorar. Beatriz conoce a Raquel desde hace 15 años. Es su «amiga, clienta asidua» del establecimiento y también fue su profesora de manualidades. A su madre, que era quien regentaba el negocio, «le detectaron un cáncer terminal» en aquella época y los horarios de apertura durante esas semanas eran «un desbarajuste», explicó. Beatriz, que se mostró nerviosa desde el principio, defendió convencida la actuación de Raquel y no le pareció «raro en absoluto» que declarara que esperó más de una hora a que abrieran la tienda. El testimonio es importante porque es la presencia de Gago cerca del lugar del crimen -y de la tienda- lo que llevo a la fiscalía a pedir la misma pena de 23 años de cárcel para la agente al considerar que formaba parte de un plan preconcibilido en el que su misión era la de recibir y esconder el arma con el que se cometió el asesinato y que Triana dejó -como se ha confirmado- en su vehículo en ese intervalo de tiempo y tras llamarla con un móvil de prepago. Gago insistió ante el juez en su día que sólo estaba esperando por la tienda.

Ese mismo día hablaron por teléfono , pero no le preguntó nada de la tienda ni le dijo que quisiera ir allí. «Sabía cómo estaba yo y para no dañarme no me dijo nada, no me llamaba por ese tema para no molestarme», insistió antes de recordar que el estado de su madre «era muy grave» y su hermana, que era quien abría la tienda esos días, «iba cuando podía».

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