Por el sumidero

Hace unos días ha pasado por Salamanca el abogado y político argentino José Manuel de la Sota , uno de los pesos pesados de la actual oposición de su país, para denunciar los males de los populismos e n ese continente dentro de un seminario organizado por la Universidad a través del Instituto de Iberoamérica. Tres veces gobernador de la provincia de Córdoba, la segunda con mayor población, e ideólogo de la denominada «renovación peronista» durante la década de los ochenta, el conferenciante se despachó muy a gusto sobre un fenómeno al que responsabiliza de cometer el grave error de dividir a las sociedades , «lo que ha llevado a un retroceso de la convivencia democrática».

Su análisis, sumamente certero, resulta extrapolable a este lado del charco , y más en concreto a la agitada España del momento. Y abunda en la cuestión señalando la necesidad de buscar soluciones para que pensar distinto no se considere un delito, una controversia amigo/enemigo que está lastrando las democracias. Lo de respetar al otro le cuesta bastante trabajo a las huestes de Podemos, al menos al machito alfa Iglesias ,pues prefiere sembrar cizaña y exudar odio para reproducir el ambiente guerracivilista de confrontación, que es su medio natural para desenvolverse con soltura.

Su deleznable comportamiento en el Congreso de los Diputados el pasado miércoles, al negarse a guardar un minuto de silencio en memoria de Rita Barberá , encaja a la perfección en el estilo cerril de propinar coces y puntapiés a la educación, a la mínima humanidad. Tanto en el fondo como en las formas, nuestra democracia vive un momento críti co y poco a poco se nos va por el sumidero. Como prueba, la vulneración sistemática de la presunción de inocencia que ha padecido la ex alcaldesa de Valencia en un asedio brutal, vapuleada por los contrincantes y por el fuego amigo del propio partido, sin duda el que más duele.