El sucesor

Buscarle sucesor a Herrera puede llegar a ser tan difícil como sucederle, y el PP no anda precisamente sobrado de candidatos que reúnan los debidos requisitos, el mayor de los cuales es que, quien lo sustituya, habrá de ofrecer las suficientes garantías como para perpetuar una serie difícilmente repetible. No parece sencillo encontrar personas que como el burgalés susciten tanto consenso, incluso entre los propios. Y ahora que Herrera ha amagado de nuevo con su famoso «tengo más pasado que futuro», se ha vuelto a revolver el delfinato. Sin embargo, amagar tiene sus peligros, porque le puede pasar al burgalés como a Pedro -no Sánchez, sino el del otro cuento-: que al final baje el lobo y le coma las ovejas; o a lo peor, que baje de Madrid el tigre de Lola Flores y se meriende al mismísimo pastor.

Ya se han abierto las casas de apuestas -seguro que alguno de esos nuevos negocios se hará eco de esta quiniela cuando toque-. Varios son los llamados, pero sólo uno será el elegido. Y en esto la historia advierte y es clara: las designaciones suelen ser más veces motivo de decepción que de orgullo (ya decía Luis XIV que cada vez que proveía un puesto vacante, creaba cien descontentos y un ingrato. ¡Y anda que no era vivo el gabachón aquel!). Los nombres que suenan en los mentideros son los que todos sabemos, una vez caída en desgracia la «favorita». Pero la memoria también dice que las quinielas fallan más que una escopeta de feria; y ni siquiera está claro quién tendrá la potestad de elegir al sucesor finalmente. Las espadas están en alto. Castilla y León es una novia que demasiados quisieran para sus «hijos». Así que tendrán que andarse vivos, porque ya sabe que: tigres, tigres, leones, leones... todos quieren ser los campeones.