Antonio Piedra - NO SOMOS NADIE

Sólo cuernos

En estas mismas andamos con el tedioso tema de la investidura para nombrar presidente de la España invertebrada que algunos sueñan ya sin toros

ANTONIO PIEDRA

Mi vecina en Villalón de Campos -María la Serona, que en paz descanse- era de una pasta especial. Jamás leyó la Celestina porque no pisó escuela. Pero se la sabía de memoria, y aplicaba sus registros como una doctora en filología hispánica. Cuando corrían los cuernos por Tierra de Campos como si fueran una liebre, nunca tomaba partido ni se enzarzaba en discusiones. Se envolvía en el mantón de calle y repartía pullas con suma delicadeza: «¿Ah, sí?, pues ya me dirás tú quién es peor si enero y febrero». No sólo zanjaba las discusiones, sino que delante de ella nadie tiraba la primera piedra en cuestiones de cornamenta.

En estas mismas andamos con el tedioso tema de la investidura para nombrar presidente de la España invertebrada que algunos sueñan ya sin toros. Aventura imposible donde hay sólo cuernos. Unos ponen los pitones a los otros - al toro por el asta y al compañero por la palabra- con gran desenvoltura y como si estuvieran en una orgía de astados en proceso de jubilación. Viendo el panorama, los votantes de toda España, incluidos los de Castilla y León aunque no lo parezca, se preguntan a estas alturas lo mismo que la señora María de mi pueblo: ¿quién será peor enero o febrero? Y claro, preguntárselo en marzo, a punto de comenzar la Semana Santa, la cosa lleva su penitencia.

Las cornetas de todos los tiempos han sido dolorosísimas. Ahí vemos al señor don Pedro Sánchez y Pérez-Castejón con un sufrimiento terrible. Cada día que pasa, se parece más al caracol que, por quitarse enojos, por los cuernos da los ojos. Lo que hoy firma con Ciudadanos a bombo y platillo con doscientos puntos de sutura, a la mañana siguiente el líder socialista quita las lañas porque se acuerda de sus auténticas querencias: que la cabra tira al monte y la suya al despiporre. Así que, por segunda vez en pocos días, Sánchez se ha desplazado hasta Bruselas para que Tsipras le bendiga los encantos del cuquillo para hacer con Podemos un lindo nido. Qué crueldad. El griego le ha dicho que no.

Así que el delirio por los cuernos ya no es sólo privativo de gran hermano en habitaciones VIP. El Congreso de los Diputados ha habilitado a tal efecto unas cuantas estancias en la Carrera de San Jerónimo. Rivera ya no está dispuesto a hacer penitencia por los cuernos y no piensa quedarse como vino al mundo. Los que antes iban a caballo, como el señorito Juan Marín en Andalucía, ya no cabalgan por el monte solos. La corrupción sostenida les ha hecho tan vulnerables en marzo que de la sombra de enero y febrero no queda en Madrid ni la monada. Pablo Iglesias se ha echado la motosierra al hombro y con la cornadura de los suyos ha construido un inmenso pabellón de caza. ¿Y Rajoy? Acusa sus cuernecillos, claro. Pero tiene tan cogidas las medidas a las astas que entre las de enero y marzo ya no aprecia ningún quebranto.

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