Tribunales
«Sin las indicaciones de Miguel habría sido imposible encontrar el cuerpo»
La Policía Nacional no duda de la culpabilidad del acusado y afirma que el trabajo para localizar a la peregrina Denise Pikka fue «titánico»
La policía que dirigió la investigación para tratar de localizar a la peregrina estadounidense Denise Pikka Thiem ha asegurado que el trabajo que se desplegó fue «titánico», se siguieron muchas pistas y desde el primer momento se tuvo constancia de que su desaparición no había sido voluntaria.
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La inspectora jefe de la Policía Nacional de Astorga (León) que dirigió la investigación ha abierto esta mañana la prueba testifical en el juicio que se sigue en la Audiencia de León contra Miguel Ángel Muñoz Blas, de 41 años , que está acusado del asesinato de la peregrina, que supuestamente cometió el 5 de abril de 2015, el mismo día de su desaparición.
La inspectora ha explicado que aunque las pistas que se siguieron fueron muchas, incluso fuera de España, el acusado se convirtió desde el principio en el principal sospecho por su perfil y por el hecho de que dos peregrinas, una alemana y otra china, habían denunciado previamente a la desaparición de Denise agresiones en las cercanías de su vivienda, informa Ep.
Las señales orientadas hacia su asa
Al respecto, ha confirmado que las señales orientativas del Camino de Santiago en la zona fueron manipuladas para redirigir a los peregrinos hacía la vivienda del acusado, y después de presentadas estas denuncias fueron colocadas en el lugar original.
También le señaló como sospechoso en un primer momento, según ha explicado agente, la declaración de varias personas que aseguraron que habían visto al acusado hostigar a varias peregrinas.
Ha explicado, además, que las peregrinas que presentaron denuncias no pudieron identificar a su agresor porque este actuó encapuchado, aunque su altura y complexión coincidía con la de Muñoz Blas.
«Muy nervioso»
Según la jefa de la investigación, en la primera batida que se hizo cerca de la casa del acusado se contactó con él, quien en todo momento se mostró «muy nervioso», para preguntarle su había visto a la peregrina, lo que negó.
También ha señalado que una vez que fue sometido a vigilancia se constató que el acusado dejó de utilizar el teléfono móvil y empezó a acudir al locutorio de Astorga.
Ha explicado que el día después de la desaparición de la peregrina mantuvo una conversación de más de 45 minutos con su expareja cuando lo habitual era que sus llamadas apenas duraran un par de minutos, lo que podría reflejar la necesidad de una descarga emocional, sin que ello implique que le confesara el crimen.
La inspectora jefe ha declarado que en el primer registro de la vivienda del acusado se encontró dentro de un sobre en un pequeño zulo con 38.000 euros en efectivo, aunque quedó en libertad porque no se encontraron pruebas que le incriminaran.
En su declaración no ha dudado de la culpabilidad del acusado, y ha asegurado que «hubiera sido imposible encontrar» el cuerpo de la peregrina sin las indicaciones que él mismo dio tras su detención en Grandas de Salime (Asturias).