Historia
Un siglo de topónimos nuevos
173 pueblos de las nueve provincias cumplen cien años con su renovado nombre tras el cambio que en 1916 pretendía poner fin «a la extraordinaria y lamentable confusión» por la repetición de nomenclatura en más de un millar en toda España

Monzón de Campos, Cubillos del Sil, Santovenia de Pisuerga, Palazuelos de Eresma, Valverde de la Virgen... Son nombres conocidos hoy en día de pueblos de Castilla y León, pero no siempre se han llamado así. De hecho, este 2016 soplan las velas del centenario del cambio de denominación aprobado el 27 de junio de 1916. El conde de Romanones firmaba el acuerdo de la Presidencia del Consejo de Ministros, sancionado por el Rey Alfonso XIII, por el que se variaba el nombre a 573 ayuntamientos de toda España.
Y las nueve provincias que tiempo después se agruparon formando la Comunidad de Castilla y León no fueron ajenas a estas variaciones. De hecho, acaparan el 30 por ciento de los cambios que se hicieron entonces atendiendo al «prolijo y meditado estudio» para la reforma de la nomenclatura geográfica de España realizado por la Real Sociedad Geográfica. En un territorio tan extenso y con numerosos asentamientos como el que ocupaban las nueve provincias, hasta 173 ayuntamientos vieron cómo desde 1916 pasaban a tener otro nombre diferente al que históricamente habían ostentando.
Se pretendían evitar las confusiones en esos tiempos en los que las comunicaciones no habían evolucionado y el correo tenía una importancia vital. No existía aún el código postal que distingue a las diferentes localidades a la hora de recibir cartas. No fue hasta años después, en 1985, cuando se pusieron en marcha, coincidiendo con la implantación de los procedimientos automatizados de clasificación de la correspondencia. De hecho, la iniciativa sancionada por el Rey Alfonso XIII a propuesta de la Sociedad Geográfica tenía el informe «favorable» de las direcciones generales de Correos y Telégrafos, el Instituto Goegráfico y Estadístico, los registros Civil, de la Propiedad y del Notariado, así como de los Depósitos de la Guerra y Hidrográfico y de las diputaciones provinciales.
Criterio poblacional
Según el estudio de la Real Sociedad Geográfica, el siglo XX arrancaba en España con más de 1.020 ayuntamientos, entre los 9.266 que componían entonces el mapa local nacional, que compartían la misma denominación, «sin calificativo ni aditamento alguno que los distinga».
Así que propuso la «conveniencia y verdadera utilidad del cambio de denominación» para que «desaparezca la extraordinaria y lamentable confusión» por darse tanta repetición de nombres iguales entre los pueblos.
Santovenia, Aldeavieja, Almenara, Villaverde, Villavieja, Paradinas, Pajares, Montemayor, Yanguas, Olmedo o Herrera eran varias de esas denominaciones que se repetían entonces, sin «apellido» que las distinguiese, entre los pueblos de las nueve provincias que hoy en día conforman Castilla y León. Había hasta un Toledo en Huesca, que pasó a llamarse Toledo de Lanata para distinguirse de la ciudad manchega, que conservó intacta su histórica denominación.

El criterio de población fue, de hecho, uno de los que se tuvo en cuenta para proponer esos cambios, no exentos de polémica en algunos casos. El Real de Decreto -publicado el 2 de julio de 1916 en la Gaceta de Madrid , algo así como el Boletín Oficial del Estado actual- recogía, de hecho, que el cambio fijado se llevaba a cabo «procurando que afectara al menor número de localidades, dejando intacto el nombre actual a las poblaciones de mayor categoría administrativa, como las capitales de provincia, cabezas de partido judicial y las de mayor número de habitantes». Y variando, sin embargo, «los de aquellas entidades de población cuyo número de vecinos es menor que el de sus homónimas». Además, se llevó a cabo «procurando que el calificativo que se asigna no sea arbitrario, sino el que la tradición, el uso o los afectos de cada localidad vienen consagrando». Antecedentes históricos, circunstancias especiales del terreno y una «especial predilección» por las palabras que recogen nombres de corrientes de agua, montaña, particularidad geográfica de las cercanías también se tuvieron en cuenta. De ahí que ríos y arroyos como el Pisuerga, el Tormes o el Duero estén hoy en el topónimo de muchos pueblos de Castilla y León. Se perseguía que ese cambio «lleve consigo la casi inmutabilidad de su nueva designación».
Así encontramos cómo el salmantino Villanueva del Conde se impuso a su homónimo burgalés , del partido de Miranda de Ebro, que desde entonces pasó a llamarse Villanueva de Teba ya que el Conde de Teba tenía mucha presencia en la comarca. Hasta tres Aldea del Rey había en España, nombre que hoy sólo conserva una localidad en Ciudad Real, mientras que la segoviana hasta entonces así llamada pasó a ser Aldea Real y la abulense, Aldea del Rey Niño.