Seis mitos alimentarios fáciles de desmontar
El investigador del CSIC Miguel Herrero ofrece una conferencia en el Museo de la Evolución Humana sobre los principales aspectos nutricionales que hoy preocupan
Los mitos alimentarios, esas creencias que de tanto repetirse y por la rapidez con la que fluyen este mundo hiperconectado, son uno de los escollos a los que día a día tienen que enfrentarse dietistas y nutricionistas y otros profesionales que trabajan aspectos nutricionales desde el campo científico. Algunos están tan incrustados en la sociedad que llegan a hacerse habituales en la dieta, pudiendo repercutir incluso en la salud. Desmontar estos mitos es lo que ha pretendido e l investigador Miguel Herrero, experto del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación, un centro adscrito al CSIC y a la Universidad Autónoma de Madrid. «Desmontando mitos alimentarios» es precisamente del libro que ha publicado y que le está llevando a dar ponencias por toda España. La última de estas charlas ha tenido lugar en el Museo de la Evolución Humana, en Burgos . Herrero fue desmontando uno por uno los principales bulos relacionados con la alimentación que «a día de hoy se perciben como ciertos cuando no hay un fundamento real».
1) Los superalimentos no existen como tal. «Súperalimento es una palabra que no dice absolutamente nada», reflexiona este experto, y lo explica: «hoy no hay una definición científica que permita limitar cuál es o no un súperalimento. Realmente es un concepto que no existe y que se usa símplemente por una cuestión de márketing». Así, en el mejor de los casos, cotinúa el científico, «pueden tratarse de alimentos saludables -y pone el ejemplo de la quinoa, entre otros-, pero no tiene ninguna propiedad para denominarse alimentos milagro u otros términos que se utilizan. Son alimentos que tienen un buen contenido nutricional, pero como otros que comemos todos los días y que nadie se cree que sean súperalimentos».
2) ¿Está justificada la nueva moda de no comer gluten, incluso no siendo celiaco? «Realmente no tienen ninguna justificación siempre y cuando no se tenga ningún problema de intolerancia». Es más, avisa este experto,: «Si uno se fija en los alimentos que no tienen gluten pero que tratan de ser iguales a los que lo tienen (galletas, pan...), realmente el valor nutricional de estos segundos es peor, porque para evitar utilizar trigo o el tipo de cereal que comúnmente se usa se hacen otro tipo de formulaciones que generalmente incluirán más grasas o menos proteínas». Así que concluye: «en realidad, son peores para el organismo».
3) ¿Y la leche sin lactosa? : No hay ninguna razón para tomarla si no se padece de molestias intestinales cuando se ingiere. «He conocido gente que dice que le sienta mal la lactosa y toma leche sin ella, pero luego come helados o queso, que dependiendo del tipo, puede tener una dosis de lactosa bastante elavada». A día de hoy, insiste, «no hay ninguna razón que se sustente en un principio científico de que vaya a mejorar la salud.
4) ¿Es mejor beber leches vegetales en lugar de leche de vaca? Se trata de otro de los casos de que un alimento intenta imitar a otro, destalla Herrero, que insiste en que «si el pensamiento es sustituirlo porque es mejor para la salud es completamente erróneo porque este tipo de leches tienen muchos menos nutrientes». Además, advierte que lo que hacen este tipo de bebidas vegetales es imitar a la leche, para lo cual añaden aditivos de calcio y también para que tengan un color blanco, «que no es su color natural».
5) Aceite de palma, ¿qué hay de verdad en la información que nos llega? Miguel Herrero recuerda en este sentido que es una grasa que se utiliza básicamente en productos elaborados industrialmente y que fue a partir de la legislación europea de 2014 cuando se obligó a la industria a avisar de su uso en su etiquetado. A partir de ahí, recuerda el experto, «se ha ido generando la idea de que es tóxico cuando realmente no lo es 'per se'» aunque sí «poco saludable». No obstante, advierte que en los productos que antes se utilizaba aceite de palma ahora se está recurriendo a otra grasa diferente -por ejemplo, aceite de coco-, que realmente es igual de poco saludable». ¿La clave? «No abusar».
6) ¿Azúcar u otro tipo de edulcorantes? «Es menos perjudicial tomar edulcorantes», señala el experto sin dudarlo, aunque también advierte: «No sólo hay que tener en cuenta la ingesta de azúcar 'de mesa' sino aquél que tienen los alimentos de manera natural». «El problema del sabor dulce es que engancha, así que una persona que abuse de edulcorantes para evitar la diabetes o no engordar, al final, lo que está haciendo es acostumbrar la lengua a un sabor dulzón que le llevará a elegir alimentos que son más dulces de manera natural e incrementar el consumo de azúcar de manera indirecta».
Señala este experto que el aceite, la leche o el azúcar son los alimentos que hoy en día inquietan más a quienes acuden a sus conferencias.
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