Salvador Rus Rufino - Un tiempo propio
Soñar es gratis
«...Y lo peor de todo, se mezcló a la realidad política con el deseo. Se creó una ficción efímera que está alterando la convivencia entre todos los españoles»
Estos días se están analizando con lupa el medio millar de páginas de la sentencia del juicio contra los líderes catalanes. Poco se puede añadir a la opinión de los juristas más experimentados y de los comentaristas políticos mejor informado. Los jueces han juzgado y han recogido en una sentencia, aprobada por unanimidad, el resultado de horas y horas de trabajo, investigación y deliberación.
Lo que más sorprende es que la proclamación de la independencia de Cataluña en el Parlamento, que fue retransmitida por todos los medios de comunicación, tuvo una vida muy corta, apenas ocho segundos. Pero hay pruebas documentales de que los españoles no estábamos enajenados o dormidos esa mañana del 27 de octubre de 2017. Fue real y con dolor y mucha pena, en mi caso, asistí a un hecho histórico que me hubiera gustado mucho no haber presenciado. La vida a veces brinda la oportunidad de ser testigo de momentos históricos. Los días posteriores generó en todos los españoles y en muchos catalanes un sentimiento de inestabilidad e inseguridad política y social. El deseo compartido por todos es que vuelva la normalidad y todo lo que hemos visto y vivido sea un mal sueño de una noche de otoño. Nos hubiera gustado que esa realidad vista y oída fuera ficción.
¿Fue una ensoñación la proclamación unilateral de la independencia de Cataluña? No para todos aquellos que la promovieron fue un sueño largamente ansiado. El día de la votación en el Parlament ese sueño se convirtió en realidad y, por lo menos para los que lo vivimos pegados a la pantalla del televisor, sucedió. Los parlamentarios estallaron en júbilo cuando la presidenta del Parlament leyó el resultado de la votación. Más de medio centenar no lo celebró porque abandonó el hemiciclo antes de la votación. Por tanto, el sueño dejó de serlo y se tornó en un objetivo logrado. No era la primera vez que los catalanes anhelaban y conseguían su independencia de España. Después de esos hechos juzgar si la independencia fue o no sueño parece que no tiene sentido alguno.
Lo que sucedió más tarde fue que el sueño una vez conseguido se convirtió en una dura y complicada realidad que ha culminado en un proceso, una sentencia y un expresidente huido de la justicia pendiente de juicio. Esto no es un sueño ni una ensoñación es, una vez más, la cruda y dura realidad que comparece todos los días en nuestras vidas.
Cuando era un joven estudiante corto de dinero porque el cambio de la peseta a otra divisa donde vivía era poco favorable, solía decir que no iba al cine ni al teatro, porque soñar era gratis y los espectáculos culturales costaban dinero. Soñar no cuesta dinero, soñar no tiene límites, en el sueño todo cabe, un sueño todo lo soporta hasta las escenas, imágenes, situaciones y personajes más absurdos e increíbles. Soñar tampoco consecuencias. Por tanto, se puede decir que cuando uno sueña no es responsable de sus actos, ni tiene culpa de nada de lo que suceda después del sueño. Uno se levanta y sigue la vida como se no hubiera pasado nada. Los sueños sueños son. Como dijo nuestro Calderón de la Barca.
¿Fue un sueño lo que sucedió el 27 de octubre de 2017 en el Parlament de Cataluña? Muchos soñaron con la independencia de un territorio que está unido constitucionalmente a la nación española. Ese anhelo se materializó en una votación en la que participaron los representantes legítimos de los catalanes. Y la consecuencia fue que aplaudieron la realización de ese sueño que les llevó esa mañana a votar a favor de la propuesta y de las tesis de la independencia.
Cuando se pasa de la oscura noche a la vigilia todo cambia. En el momento en el que los parlamentarios vitorearon el resultado, ya no estaban soñando, vivían en una realidad que ellos querían y por la que habían luchado durante mucho tiempo. Por tanto, no hay ensoñación sino un deseo realizado y llevado a término de crear un nuevo Estado, una nueva nación, que sustituyera de manera unilateral a la que existe que era España. En este caso soñar fue gratis. Y lo peor de todo, se mezcló a la realidad política con el deseo. Se creó una ficción efímera que está alterando la convivencia entre todos los españoles.