Salvador Rus Rufino - Un tiempo propio

Un rayo de esperanza

Los jóvenes universitarios de Cataluña que se han opuesto a la dictadura de los que quieren cercenar la libertad, son un buen ejemplo para todos los ciudadanos

Momentos de tensión la semana pasada en la Universidad Pompeu Fabra entre partidarios y detractores de la huelga EFE

Salvador Rus

El título no hace referencia a la campaña electoral, una más en poco tiempo, que estamos sufriendo con paciencia los ciudadanos. En una campaña los políticos disfrutan como los niños con sus caramelos y juegan a aquello que hemos importado de los Estados Unidos «truco o trato». Más bien truco que trato, porque a la larga en una campaña se alude y se elude la realidad. Ambos verbos provienen del latín ludere, jugar, es decir, juegan con los electores, con las necesidades y con las ilusiones de un pueblo que quiere vivir en paz y progresar en una nación que tiene todo para estar entre las más importantes del mundo.

La esperanza viene por otra vía, por los universitarios. Sí, ese grupo tan numeroso de jóvenes entusiastas, trabajadores, solidarios, comprometidos y soñadores. Unos universitarios que creen en lo que hacen y luchan por lo que piensan que es justo para la sociedad. Unos jóvenes capaces de enfrentarse a grandes peligros para lograr sus objetivos, para conseguir una sociedad mejor. Un ejemplo de este arrojo, de esta valentía y de esta manera de encarar la vida sin miedo y sin complejos, lo han dado un grupo de universitarios catalanes. Ellos creen, como dijo Cervantes, que la libertad es el don más preciado, y no están dispuestos a cederla ni a que se la quiten. Tanto aprecian la libertad que no han dudado enfrentarse a todas las autoridades que les impedían realizar sus derechos. Tanto aman la libertad que no se han plegado sumisamente ante un ambiente que estaba en contra de sus ideas. Tanto luchan por la libertad que no han titubeado en presentarse a cara descubierta, no embozados o encapuchados como esos gamberros de las barricadas, mostrando el rostro amable de la valentía y de la verdad.

Los jóvenes universitarios de Cataluña que se han opuesto a la dictadura de los que quieren cercenar la libertad, son un buen ejemplo para todos los ciudadanos. Ellos nos muestran el camino de las reformas que son necesarias en esta España en la que vivimos, y no es otro que comenzar derribando los muros, como aquel noviembre de 1989 en Berlín, que impiden vivir en una sociedad libre, profunda y auténticamente libre, plural, igual y justa, que son los valores que reconoce nuestra Constitución. El primer muro que hay que derribar es acabar con dirigentes políticos que mienten, que nos engañan y engatusan con una retórica hueca, sin sentido y que no hace referencia más que unos escenarios que no existe. Son los maestros de la falsedad que convierten en una aparente verdad. Son personajes que se mueven en realidades ficticias que nos imponen para beneficio exclusivo de ellos. Gobiernan y les dejamos gobernar, para satisfacer sus egos, su megalomanía y su afán de poder. Lo único que les falta decir en estas campañas electorales es que el poder les pertenece.

Los estudiantes siempre se han revelado contra aquellos que patrimonializan el poder y convierten la vida política en un espacio donde solo vale y se impone la opinión de uno. A lo largo de la historia hemos asistido a movimientos sociales que han cambiado del mundo que comenzaron en las universidades. Ahora tengo la firme convicción de que los jóvenes universitarios pueden y deben cambiar la deriva maniaca que está sufriendo España con estos responsables públicos que se muestran incapaces de formar un gobierno estable. Los estudiantes catalanes que se han rebelado contra todos por defender la libertad, que han traspasado fronteras y superados muros, deben saber que están haciendo historia y que son un ejemplo de lo que debería ser una sociedad, que no se pliega mansamente a las mentiras y a los recortes en nuestra libertad. Ellos son los que merecen hoy y siempre el reconocimiento de una sociedad que vive amedrantada por políticos mentirosos, tramposos y soberbios. Ellos son los verdaderos héroes que tienen la firme determinación de cambiar el mundo y construir una sociedad mejor en la que todos podamos vivir y desarrollar nuestros proyectos de vida en paz y libertad otros ciudadanos. Todavía hay esperanza de un futuro mejor.

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