Salvador Rus Rufino - Opinión

La movilidad de los estudiantes

«El programa Erasmus contribuye a unir a los jóvenes europeos y comprometerlos con un proyecto humano y social compartido»

HERAS

Se ha dicho que la Unión Europea es el proyecto político, social, cultural, económico y educativo más importante de la historia de Europa. Gracias al esfuerzo, la tenacidad, la imaginación y la habilidad de un grupo de personajes históricos que hoy llamamos Padres de Europa, aquel programa es hoy para todos nosotros una realidad maravillosa que muchas veces no apreciamos en sus justas dimensiones. Gracias a él Europa ha gozado del período de paz, prosperidad y estabilidad más largo de su historia. Uno de los retos más necesario fue, y es, crear el sentimiento de pertenencia europeo. Un medio adecuado y muy eficiente es el programa de intercambio universitario Erasmus.

En estos días muchos estudiantes universitarios están eligiendo dónde van a cursar sus estudios en el próximo curso. Durante unos meses o un año, depende de la modalidad elegida, los alumnos españoles podrán disfrutar de la experiencia vital de compartir ilusiones, esfuerzos y proyectos con otros jóvenes europeos. Podrán aprender bien un idioma, se relacionarán estudiantes que tienen las mismas preocupaciones y los mismos sueños que ellos, terminar sus estudios, ser independientes y convertirse en unos buenos profesionales que contribuyan al progreso social con su trabajo en el futuro.

Este contacto con otras culturas, otras formas de vida, otras maneras de ver el mundo y otras estéticas, es muy enriquecedor y contribuye a estrechar los lazos que nos unen a todos los europeos. No conozco ningún alumno que haya realizado una estancia Erasmus que no añore ese año pasado en el extranjero y siempre se refieren a él como una época fundamental en su vida. Cuando se vuelve después de estar un tiempo fuera de casa, se guardan en la memoria y en el corazón los momentos felices y la agenda se llena con nuevas amistades que duran toda la vida. Algunas veces los estudiantes Erasmus han encontrado su pareja en el lugar de destino y se ha formalizado una relación internacional entre dos ciudadanos europeos. Son los efectos colaterales de un programa que está contribuyendo decisivamente a unir a los jóvenes europeos y comprometerlos con un proyecto humano y social compartido.

Una faceta importante a destacar en estos intercambios académicos, que muchos han llamado diplomacia académica, es la oportunidad que están ofreciendo las universidades españolas y, en concreto, las de Castilla y León, para facilitar que alumnos con discapacidades físicas o sensoriales puedan también participar de esta experiencia tan enriquecedora. Para conseguirlo es necesario tanto suprimir barreras arquitectónicas en las instalaciones de los centros, como disponer de un equipo que sea capaz de atender adecuadamente las necesidades especiales de estos estudiantes. Con ambas facilidades e iniciativas se ha logrado que un buen grupo de estudiantes con alguna discapacidad pueda realizar su estancia y seguir el curso con toda normalidad.

Este esfuerzo que han hecho y siguen realizando las universidades se ve recompensado con la atracción de alumnos de otros países que enriquecen la vida y la actividad de los campus universitarios. Además, ayuda a desarrollar proyectos de innovación docente adaptados al aprendizaje de los estudiantes con necesidades especiales. En suma, todos se enriquecen y se contribuye a construir una Europa más solidaria y humana.

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