Salvador Rus Rufino - Un tiempo propio

Hacia un quinto centenario

«Quinientos años después podemos y debemos celebrar que en esta Comunidad unos hombres y unas mujeres fueron capaces de poner en práctica sus ideas políticas»

Los Comuneros, obra de Gisbert

Durante un año y medio se van a desarrollar en toda la Comunidad actos conmemorativos del V Centenario de los Comuneros. Las opiniones sobre estos personajes y este período histórico son abundantes y contrapuestas desde el siglo XVI hasta nuestros días. Cuando algo o alguien no generan indiferencia durante quinientos años parece que merece la pena volver la mirada a este hecho y a esos personajes para ver qué tienen que decirnos a los hombres y mujeres del siglo XXI.

El movimiento social y político conocido como las Comunidades de Castilla sacudió a todo el Reino de Castilla y provocó una profunda e intensa reflexión sobre los fundamentos de la convivencia humana y los principios sobre los que se asentaba la monarquía como forma de Estado y de gobierno. En el corto intervalo temporal de once meses (mayo de 1520 a abril de 1521) se discutieron ideas políticas y sociales que iban encaminadas a provocar unas reformas de profundo calado en la monarquía de los Habsburgo y en la misma sociedad.

En esta época encontramos ideas de contenido social, económico, político, exigencias fiscales, posiciones antiseñoriales, propuestas para incrementar y estabilizar la representatividad en las Cortes e institucionalizar la participación activa de los ciudadanos en el gobierno del Reino.

Son algunas de las reivindicaciones que podemos encontrar constantemente en las sociedades europeas y americanas desde los albores de la Edad Moderna.

El movimiento comunero se ha calificado de varias maneras. Para unos fue una rebelión y para otros una revolución. Políticamente fue un movimiento de oposición a unas exigencias económicas y a unas decisiones políticas de Carlos I, que desembocó en una rebelión armada que concluyó en Villalar. Los comuneros no cuestionaron la forma de Estado monárquica, sino la forma de gobierno del nuevo rey. Las propuestas incluían un cambio de leyes basado en lo las llamadas leyes del reino, que no podían ser alteradas ni por voluntad del monarca, ni por una acción popular, sino mediante el acuerdo entre el gobernante y los gobernados. Por tanto, no estamos en lo que podemos llamar una revolución desde los parámetros actuales que son herederos de las revoluciones del XVIII y XIX. Sino en una rebelión armada contra una forma de ejercer el poder.

Hoy día, quinientos años después, podemos y debemos realizar un nuevo balance de este movimiento social y político, que fue tan importante y decisivo para la configuración de una España moderna que entró con velas desplegadas en la Modernidad asumiendo el liderazgo político mundial. Estos líderes que protagonizaron el movimiento comunero fueron hombres de frontera, personajes históricos que se movieron entre dos mundos, uno que declinaba y otro que emergía. En ese complicado escenario ellos propusieron volver la mirada hacia el protagonista de la historia y la política: el ser humano libre y comprometido con un proyecto social, que debe asumir la responsabilidad de ser elemento activo en el gobierno de la comunidad y es leal al poder constituido legal y legítimamente, en este caso un rey. Su derrota los privó de ver cómo algunas de sus ideas y propuestas fueron asumidas por los monarcas para gobernar un reino, construir un imperio muy extenso y variado donde se entrecruzaban culturas, lenguas y tradiciones diferentes.

Quinientos años después podemos y debemos celebrar que en esta Comunidad unos hombres y unas mujeres fueron capaces de poner en práctica sus ideas políticas, para realizar sus ideales y ejecutar sus proyectos de reforma.

**Salvador Rus es comisario del V Centenario de los Comuneros

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