Salvador Rus Rufino - Un tiempo propio
Credibilidad y liderazgo social
«Es necesario asumir las consecuencias que imponen una situación de emergencia, de incertidumbre y de miedo (cuando no de histeria) colectivos»
Estamos viviendo una situación inédita en nuestra historia reciente. La crisis provocada por la pandemia, así la ha calificado la Organización Mundial de la Salud, nos ha recluido en casa y nos ha cambiado la vida. Los españoles, como también muchos europeos, estamos preocupados, asustados y expectantes ante esta nueva enfermedad que se expande de forma muy rápida. Vivimos tiempos difíciles pero muy interesantes.
La dificultad radica en que tenemos que cambiar los hábitos que hemos adquirido durante años y que se resumen en tres palabras: libertad de movimientos. Ahora estamos limitados y no podemos hacer lo que nos plazca, sino debemos actuar como nos aconsejan los expertos y las autoridades, porque esa forma de comportarse ha resultado muy eficaz en el epicentro de la epidemia: China. Actuar así no es perder la libertad, sino ser socialmente disciplinados y responsables porque nos va mucho en ello a todos. Interesante porque en este momento se muestra la calidad del liderazgo social y político. Si por algo se define la capacidad de alguien es por conseguir alcanzar el reconocimiento social a su forma de actuar, a su manera de enfrentarse a los problemas y, en consecuencia, a la credibilidad y seguimiento que tienen sus propuestas y soluciones, eso se llama autoridad.
Para eso es necesario asumir las consecuencias negativas y complicadas que impone una situación de emergencia, de incertidumbre y de miedo (cuando no histeria) colectivos. En la sociedad se pueden dominar muchas circunstancias y situaciones, pero lo más complicado es detener el miedo y evitar que se convierta en pánico y éste desemboque en caos. Para eso es necesario que los líderes sociales y políticos, aquellos que asumen sobre sí mismos la responsabilidad de cambiar la situación, tengan credibilidad y generen confianza.
La credibilidad y la confianza se reconocen, se muestran y se demuestran. Se muestran con las palabras, las propuestas y las actitudes se perciben en quien comparece públicamente. Se demuestran con los hechos que se resumen en la viabilidad y eficacia de las soluciones propuestas. Lamentablemente, nuestros líderes políticos, especialmente el presidente del Gobierno de España, han reaccionado tarde, de forma dubitativa y en muchos casos irresponsablemente.
Las noticias de Italia presagiaban un escenario parecido o peor para España. Una vez más nuestros responsables políticos pensaron más en sus votos que en los ciudadanos, fueron incapaces de contar la verdad a la ciudadanía, de acabar con manifestaciones que eran, como se ha demostrado, un foco de expansión del virus y del contagio, se mostraron débiles ante la necesidad de asumir las responsabilidades que impone el cargo, es decir, liderar social y políticamente una crisis sin pensar en las consecuencias políticas de las impopulares medidas que debían imponernos. Y lo que parece más rastrero e impresentable.
Una vez que el Sr. Sánchez decidió anunciar las disposiciones, todas ellas insuficientes y muy tardías, en la misma comparecencia, aprovechó la ocasión para hacer política, para exigir que se aprueben tus presupuestos para asegurarte tu continuidad en La Moncloa. Ahora solo resta oírte decir que el problema del coronavirus y sus consecuencias se debe a la falta de colaboración de los partidos políticos de la oposición. Así no se gana credibilidad, ni confianza, ni votos. Así lo que se muestra es que se ocupa un cargo para disfrutar de los beneficios, pero no para asumir las cargas que impone esa posición en los tiempos difíciles, angustiosos y llenos de incertidumbres y miedos. Usted ha demostrado que carece de un liderazgo social y político reconocido y que no tiene soluciones a nuestros problemas. Tomen nota los demás presidentes autonómicos, porque como decían los republicanos de viejo cuño: «Así no, así no».