Salvador Rus Rufino - Un tiempo propio
Ante un nuevo curso
«Cumplamos todas las indicaciones y protocolos. De esta manera todo será más fácil y más seguro»
El pasado mes de marzo, los alumnos dejaron de asistir a sus centros educativos. Todos los niveles de educación en España y, también por supuesto, en Castilla y León, realizaron un esfuerzo de la noche a la mañana por seguir impartiendo los contenidos de las asignaturas, atender las tutorías y tratar de dar continuidad y contenido a la formación de los alumnos. La experiencia nos ha mostrado las deficiencias tecnológicas que padecíamos en los centros, en las casas y en las infraestructuras de la comunicación en la Comunidad. Estos inconvenientes que podrían haber conducido al fracaso todos los esfuerzos realizados, se superaron por la generosidad y la responsabilidad de las familias, los docentes y los mismos alumnos. El resultado global ha sido satisfactorio, porque entre todos se ha logrado superar una situación crítica y muy complicada que amenazaba con que el curso se perdiera.
Ahora nos encontramos ante un nuevo curso marcado por la incertidumbre, el miedo, la desconfianza y la falta de medios materiales para poder atender adecuadamente la demanda de los estudiantes. Se nos exige un nuevo esfuerzo para conseguir alcanzar los objetivos que no es otro que la formación de los alumnos. Lo primero que debemos asumir es impedir que el miedo los atenace y nos imposibilite realizar nuestra función como docentes o como discentes. Lo segundo, es ser responsables y cuidadosos con los medios para evitar contagios. Observemos estrictamente todas las medidas y normas que nos están recordando. No son unas recomendaciones, son una exigencia de obligado cumplimiento. Seamos implacables con los que no las respetan. Tercero, el buen desarrollo del curso, la normalidad en las aulas, sólo se conseguirá entre todos. Vencer a la pandemia, detener el avance del virus, controlar su propagación, evitar los contagios, es una tarea que nos incumbe a todos. Entre todos lograremos alcanzar esa vida que ahora tanto anhelamos y echamos de menos. Una vida sin mascarilla, una vida sin distancias sociales, una vida de relación con otras personas sin miedo y sin prevenciones. Es la antigua normalidad que nos ha sido arrebatada.
Me consta que todos los centros educativos, desde las guarderías hasta las universidades, están desarrollando protocolos para evitar los contagios. El esfuerzo institucional debe verse correspondido con el compromiso de docentes, alumnos y todo el personal que trabaja en ellos. Se están invirtiendo cantidades importantes en la desinfección y en la prevención, también, en las plataformas digitales para continuar con la docencia. Debemos ser conscientes de lo mucho que nos jugamos y de la necesidad de acatar las normas para evitar males mayores.
El curso pasado fue anómalo, pero se pudo salvar la situación. El curso que está recién estrenado será también diferente a los anteriores, pero sabemos qué debemos hacer y qué debemos evitar. Por tanto, la conclusión es sencilla: evitemos saltarnos las normas y cumplamos con todas las indicaciones y respetemos los protocolos. De esta manera, todo será más fácil y más seguro. Así podremos, quizá, nada es seguro en estos tiempos, evitar un nuevo confinamiento que perjudicaría mucho a la formación de los estudiantes y a su futuro profesional.