Nos salimos

El Informe PISA 2015 resulta satisfactorio para la Comunidad: la primera región en la clasificación nacional y, más relevante, por encima de la media de la OCDE. La noticia ha colmado de gozo a Fernando Rey que, en la semana informativa tonta, ha acaparado portadas, aunque quizás le haya faltado magnanimidad para reconocer el trabajo de predecesores. Tres factores ayudan a la comprensión de este dato: la política educativa coherente y sostenida en el tiempo, en la que tanto tuvo que ver Sánchez Pascuala, cesado por Rey a los pocos meses de su nombramiento como consejero por motivos legítimamente personales, bien conocidos y nunca explicados; el sostenimiento de partidas económicas en años de crisis y en aspectos cuestionables, como la escuela rural, y la cualificación alta del profesorado.

Quedan retos. Rey ha mencionado el segundo puesto en matemáticas y, en otro orden de cosas, el mejoramiento de la FP, donde los rendimientos no satisfacen, acaso porque desde la Dirección General competente, en la pasada legislatura, no se atinó en los fundamentos. El tercer reto, omitido por el consejero, es la paradójica situación de los alumnos que terminan el bachillerato en la Comunidad excelente y que no tienen plaza para matricularse en las universidades públicas de Castilla y León, porque sus puestos son ocupados por estudiantes de otras CC.AA. Esta situación enfada a las familias porque socava las economías: la exigencia de las PAU y de exámenes es grande (está bien), pero debería existir un factor de corrección, para filtrar a aquellos estudiantes de otras regiones, que superan pruebas más fáciles y se encuentran con ventaja sobre los alumnos de la Comunidad. No es un problema nuevo, pero siempre se dilatan las soluciones.