Fernando Conde - Al pairo
Ronaldo
«La compra del club por el ídolo brasileño hizo por la proyección de la imagen de Pucela (equipo y ciudad) en el mundo más que todas las campañas municipales de promoción juntas»
Vamos mi Pucela, vamos campeón...» canta la afición vallisoletana a coro y desde hace años en el Nuevo Zorrilla. El cántico, con ínfulas de grito de guerra, tenía hasta la fecha más de deseo que de realidad. El aficionado siempre sueña con que su equipo toque, aunque sea por una sola vez, la gloria. Pero el Pucela ha sido históricamente un conjunto como su estadio, más bien frío. Sin embargo, en ocasiones los astros se alinean favorablemente. El prodigio comenzó la temporada pasada cuando el equipo penaba por la mitad de la tabla, en Segunda, mirando por juego y por goles más hacia la sima que hacia la cumbre. Pero llegó Sergio González y se armó el taco. En las últimas jornadas el Valladolid cambió de cara, de orden, de juego. Empezó a tocarla, a «piesear» (no se manosea en el fútbol, porque es falta) el balón, a echársela a un Mata estelar que acabó por convertirse en máximo goleador de la división y en el segundo pichichi, junto al celtista Baltazar , de la historia de la categoría. Todo un logro.
La cosa terminó como todo el mundo sabe. La duda, no obstante, estaba en saber si la ilusión se mantendría en Primera, con los morlacos y sin el concurso del delantero al que la afición le había arrancado unas lágrimas en su despedida. Sergio mantuvo su esquema... y llegó Ronaldo . Al arrancar la 18/19, el presidente Suárez , que también ha sabido hacer su propia «transición» y se ha jugado hasta las pestañas en un proyecto arriesgado, ponía el club en almoneda. No tardaron en llegar los rumores mexicanos, chinos y los de los caprichosos petrocompradores de juguetitos. Hasta que apareció en escena el jugador que una década antes había maravillado a España y pasmado al mundo con sus regates y carreras, Ronaldo Nazario (o Ronaldo el bueno, como lo llama mi buen amigo Mariano , que se sienta vecino a él cada quince días).
La compra del club por el ídolo brasileño hizo por la proyección de la imagen de Pucela (equipo y ciudad) en el mundo más que todas las campañas municipales de promoción juntas. Y futbolísticamente dio alas a una afición que ha visto cómo un hombre del fútbol y no un millonario de puro y helicóptero se hacía con las riendas del club de sus amores . Y no conviene olvidar que Ronaldo no sólo se juega en esta aventura dinero, sino también prestigio. Porque él fue, es y seguirá siendo por encima de todo un hombre del fútbol, y en buena lógica no tendrá el menor deseo de fracasar en lo suyo. De momento, el Pucela ya está disputándole Europa a los sospechosos habituales. «Vamos mi Pucela, vamos campeón...».