Guillermo Garabito - La sombra de mis pasos
Ni rocín ni caballo
«Mayo me hace darme cuenta de que, políticamente, por aquí no ha pasado nada desde el otro mayo. Ni desde el anterior apenas»
Mayo me hace darme cuenta de que, políticamente, por aquí no ha pasado nada desde el otro mayo. Ni desde el anterior apenas. O si se me apura desde 1808. No ha pasado nada porque todo lo que tendría que ocurrir es que los partidos encontraran líderes carismáticos que devolvieran al personal el interés por la política regional. Pero en Madrid, sin líder del PP autonómico, Rajoy se conformaba -supongo- con uno a su imagen y semejanza.
Castilla y León es el eterno retorno de sí misma. De sus temas, que son decir que faltan mejores candidatos cada cuatro años y durante los tres siguientes -en los partidos- se olvidan de que hay que buscar, o forjarlos. Ahora que en Cs están tan ilusionados, como si todo el problema catalán se resolviera con la candidatura de Manuel Valls, he pensado que los nuestros -nuestros problemas- que es el eterno retorno de los mismos temas para columnistas, se solventarían con fichajes internacionales, como lo de Cs en Barcelona. Que Valls naciera allí es lo de menos. Haría que los columnistas nacionales escribieran de esta tierra. Lo nuestro volvería a interesar más allá de tramas eólicas y otras perlas. Pero no hay candidatos en los partidos tan apetecibles. Y tal vez sea el momento de empezar a abrir el mercado de fichajes. Qué sé yo, Nick Clegg, que para algo veranea en Olmedo.
Aquí, llevándole la contraria al refrán, ni «en mayo el rocín se hace caballo». Los candidatos, que ya se sabe quiénes serán, como en un truco de mentalismo barato, prefieren mantener un perfil bajo. Los perfiles bajos no dan grandes columnas, pero tampoco grandes errores que les puedan estropear repetir dentro de otros cuatro años más. Castilla y León imprime su carácter. Por eso Aznar duró tan poco. Dicen de Juan Vicente, desaparecido ahora... Pero Herrera no es más que el mimetismo con esta tierra, por eso lleva diecisiete años. Por Herrera, como por Castilla y León, nunca pasa nada.