Educación
Resonancias del pasado
Galardón a la estudiante María Baranda: logra el tercer puesto del Premio Joven de Investigación en Conservación Restauración GE-IIC 2021 por su trabajo sobre las castañuelas de Palencia
Conocer nuestras raíces y conservarlas está en el origen del trabajo de investigación. «Puesta en valor de la castañuela tradicional en la provincia de Palencia» llevado a cabo por la estudiante del Grado de Historia del Arte en la Universidad de Valladolid María Baranda y por el que ha obtenido el tercer puesto del Premio Joven de Investigación en Conservación Restauración GE-IIC 2021.
El trabajo , que Baranda realizó al finalizar sus estudios en la Escuela de Arte y Superior de Conservación de Bienes Culturales de Valladolid, se centra en «conocer y estudiar las castañuelas, tanto como instrumento musical como en tanto bien patrimonial , recabar y recoger toda la información posible, procedente tanto de instituciones museísticas como de colecciones privadas e incluso objetos propios de distintos pueblos de la provincia de Palencia y ordenar toda la información recogida», señala.
La estudiante de la UVA apunta que «siempre» le ha gustado «el mundo de la etnografía y el folklore y quería abordar este tema» en su trabajo de fin de estudios.
Las castañuelas, pitos y trascuelas de la provincia de Palencia, forman parte del patrimonio cultural de la provincia y han acompañado a los bailadores tradicionales, especialmente en las danzas de Danzantes. Talladas de forma artesanal y minuciosa, cada pieza es única no solo por su sonido, sino también por su valor artístico. En este sentido, María Baranda apunta que en la catalogación que se ha realizado se ha visto «que se conservan muchas de distintos tipos dependiendo de las zonas de las que procedían, igual que cambian dependiendo de las provincias».
Con distinta resonancia
Un instrumento musical que en muchos casos se asocia al sur de España, también es diferente en tierras andaluzas que en las castellanas y leonesas. Baranda sostiene que «estamos utilizando castañuelas que son del sur para nuestros bailes y eso no tiene sentido» , al tiempo que alude a que «suele ser más fácil comprar unas de fábrica que otras realizadas por un artesano en Castilla y León, porque en el primer caso son más baratas, pero no suenan igual y son distintas en su aspecto».
En su investigación, Baranda abordó distintos aspectos de la conservación de las piezas, a la vez que propone que se hagan copias de las mismas para evitar su deterioro: «Además de obras de arte son instrumentos musicales en uso y eso puede alterarlos» . Esas copias pueden realizarse «a la manera tradicional, piezas de madera talladas a mano con herramientas realizadas por el propio artesano; de forma mecánica, es decir, también piezas de madera, pero realizadas con máquinas y, por último, estudiar la posibilidad de realizar reproducciones mediante la impresión 3D».
El trabajo de Baranda tuvo su origen en el proyecto de catalogación de estas piezas plasmado en el libro «Castañuelas de Palencia» y realizado por Carlos del Peso y Esther Miguel -editado por la Diputación Provincial en 2017-. Hay importantes colecciones en Castilla y León, como la del Museo Etnográfico de la Comunidad en Zamora o la que reúne la Fundación Joaquín Díaz en Urueña (Valladolid), pero no es fácil el rastreo y la localización de estos pequeños instrumentos. Baranda comenta que se dan casos en los que «las herencias familiares dividen las castañuelas y una parte se deja a un hijo y la otra a otro, dando lugar a que puedas encontrar una de esas partes en Zamora y la otra en León».
Para localizarlas, los investigadores también deben vencer la desconfianza de los propietarios de las castañuelas: «No te ayuda mucho la gente. Piensan que desaparecerán porque antes, en ocasiones llegaba alguien preguntando por una pieza, se la llevaba y no la volvían a ver; ahora, cuando ven que solo las estudiamos y no las perderán, se dan cuenta de que no pasa nada».
Baranda también lanza una llamada de atención a las administraciones cuando asegura que «están dejando de lado el folklore y es importante la investigación y la conservación de estas piezas porque es nuestro pasado; ponen la excusa de que a los jóvenes no nos interesa, pero yo tengo 22 años y aquí estoy, trabajando sobre ello».