Vicente Á. Pérez - Corazón de león

La resaca

Llegaba el Real Madrid a León con tanta expectación como la que en la película de Luis García Berlanga «Bienvenido Mr. Marshall» invadió a los lugareños de Villar del Río

Vicente Á. Pérez

Nunca la derrota fue tan celebrada ni la resaca tan dulce. Son los milagros del fútbol , ese deporte capaz de convertir, en noventa minutos, a un educado padre de familia en un salvaje desaforado , o a un ama de casa en una cobra que escupe insultos a un ciudadano por profesión árbitro, o a unos muchachos que juegan en el equipo contrario. Es el fútbol, sí; en el que anidan pasiones exaltadas e incluso fanáticas; tan fanáticas que, a veces, dan miedo. Son sentimientos que surgen del corazón y por los que están dispuestos a regatear cincuenta céntimos en la carnicería y pagar, sin queja alguna, la «pasta» que supone el carné de socio o la entrada al estadio. En León, por ejemplo, el pasado miércoles trece mil personas se dejaron entre 50 a 80 euros para presenciar en directo el partido entre la Cultural Leonesa y el Real Madrid… cuando podrían haberlo visto gratis en casa, ante la tele y con una cena caliente.

Llegaba el Real Madrid a León con tanta expectación como la que en la película de Luis García Berlanga invadió a los lugareños de Villar del Río en la extraordinaria película «Bienvenido Mr. Marshall» . Fue en 1960 cuando el Madrid, aquel Madrid de Di Stéfano y Gento, jugó su único partido oficial contra la Cultural; en los octavos de final de la entonces denominada Copa del Generalísimo. Han pasado, pues, cincuenta y seis años y aún hay abuelos, e incluso padres que por entonces eran niños, que no han cejado en narrar la «batallita» de que ellos estuvieron allí, que vieron jugar al Real Madrid en «La Puentecilla» , que así se llamaba por entonces el estadio de la Cultural y Deportiva Leonesa . Cinco años antes, en 1955, la «Cultu» se había visto las caras con el Real Madrid en la única temporada que el equipo leonés disfrutó de la Primera División del fútbol español.

Pero de aquello apenas quedan testigos, salvo las hemerotecas.

El pasado miércoles, los nietos de entonces llenaron el Reino de León, ese estadio de Primera que acoge a un equipo de Segunda B al que el dinero de unos millonarios de Qatar ha salvado de la desaparición por las deudas contraídas. Lo hicieron sabedores de que al cabo de algunas décadas ellos podrán contar a sus nietos que vieron jugar al Real Madrid en León. No importa la goleada (1-7), ni importa que Mr. Marshall (véase Florentino, Ronaldo, Bale, Benzema) pasaran de largo, muy de largo, por León, pues lo que importaba era celebrar un sueño , aunque terminara en derrota deportiva, que no sentimental. Y como la Copa del Rey, que es la competición que unió a ambos equipos, se presta a múltiples tópicos y juegos de palabras en las modernas crónicas futbolísticas, aquí queda esto: Hay copas de dulces resacas.

Pero pronto llegará el amargo trago del invierno...

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