Artes&Letras
Lo religioso, la mitificación, lo literario
De la Huerga convierte en ficción la Semana Santa de Zamora en su última novela, «Pasos en la piedra»
![José Manuel de la Huerga, en su estudio](https://s3.abcstatics.com/media/espana/2016/05/03/huerga--620x349.jpg)
Autor de una considerable obra literaria en diversos géneros, José Manuel de la Huerga se acerca en esta novela al fenómeno inclasificable de la Semana Santa de Zamora, un cúmulo de detalles casi de imposible enumeración, entre lo religioso y lo humano. Las seis páginas finales de «Agradecimientos, referencias», dan una ligera idea del enorme material que el autor ha aprovechado para elaborar una obra que tiene como escenario básico la ciudad de Zamora, síntesis de diversas semanas de Castilla y León. Novela con un título que es una paronomasia de un verso del Tenorio.
La obra recoge las sensaciones humanas y religiosas de Peter Gesteine, un estudiante alemán que ha llegado a la universidad de Madrid para hacer un trabajo de etnografía. Viaja a Zamora en compañía de Germán, aficionado a la filmación, de ideas muy liberarles, hijo curiosamente del laico gobernador de Zamora, Germán Ojeda. La llegada a Zamora supone para ambos una nueva experiencia. El encuentro con una Zamora idealizada y muy religiosa en Semana Santa equivale al encuentro con un núcleo humano abigarrado y complejo especialmente en estos días. En ellos la ciudad se transforma, en especial el ambiente y los habitantes, reflejados en la novela espléndidamente. Se trata de tipos tocados por el llamativo espíritu semanasantero, representantes de todas las condiciones sociales.
Durante unos días, la ciudad se transforma, en especial el ambiente y los habitantes, reflejados espléndidamente
Si aparece la autoridad, con el obispo, el Gobernador y las fuerzas vivas al frente, no faltan otros tipos determinantes. Aparte de Germán Ojeda y el alemán Peter, la sociedad se reparte entre el mundo de los jesuitas, donde Germán se ha educado, y el mundo de los paseantes de las imágenes y pasos de Semana Santa. Pero entre ambos hay que considerar la importancia literaria de varios personajes, que conocen a los protagonistas y de otros seres originales dedicados al arte. De entre todos ellos tiene una llamativa originalidad Antonio Lozano, el Pajarero, un joven catedrático de instituto, excelente ornitólogo y obsesionado con el descubrimiento de un ave desconocida, la Lunada, «el padre de sus pensamientos de espíritu». O el músico Víctor del Vall, Tapias el escultor, Claudio Pino, el poeta, el jesuita P. Alas y la curiosa pareja formada por Juan y Ashma. Junto a ellos habría que incluir a todo el conjunto de pasos de la Semana Santa y sobre todo, a sus representantes, confundidos entre la emoción tradicional y la religiosidad. Todo ello Peter lo contempla con gran emoción. Considerando la obra en general, en cuanto a su estructura, resulta llamativa, con capítulos que llevan por título y subtítulos los días de la Semana, salvo el domingo, día del «Encuentro». Curiosamente, buena parte de las crónicas sobre ellos finalizan con un bello conjunto de versos a modo de epígrafe. Considerando el tono literario de la obra hay que tener en cuenta que nos encontramos con unos escenarios, unos paseantes y un pueblo que forma parte, en buena medida, del ornato callejero, espléndidamente tratado.
«La sociedad se reparte entre el mundo de los jesuitas y el mundo de los paseantes de las imágenes y los pasos»
Observaremos además la confirmación de la resurrección de Cristo a través de la Magdalena, creando un curioso juego de realidad-ficción que altera la novela, dotando a la Semana Santa de un misterio especial, una especie de síntesis entre los fenómenos ocurridos. De ahí el sentir general: «Nadie quería abandonar la plaza porque con la despedida comenzaría el regreso de las imágenes a sus iglesias. Y así se pondría fin, otro años más, a la historia más grande jamás contada».
El desenlace, las líneas finales marcan la novedad: el deseo de Peter y Germán de colocar «en su película a un monje poeta, a un loco de los pájaros, a un imaginero ateo y a una ciudad entera que enloquecía bajo el embrujo de la primera luna llena de primavera». Buen mensaje final.