Luis Jaramillo - Punto de vista
Recuperar la normalidad
Recuperar la normalidad es acabar con la fractura de las familias y de los amigos que hoy ya no hablan de política porque discuten
Tras el esperpento de la no nata república catalana, de la que estoy seguro que aún restan coletazos que constatarán la dañina locura de muchos irresponsables iluminados, toca reconstruir, intentar cerrar heridas y tratar de recuperar la normalidad democrática que pretende la convocatoria electoral del 21 de diciembre.
El presidente regional del PP, Alfonso Fernández Mañueco, ha recordado estos días los numerosos vínculos que unen a Cataluña y a Castilla y León, porque no en vano muchos hijos de nuestra tierra encontraron en aquella comunidad el sustento y con él, un proyecto de vida realizado. Nuestras ciudades y pueblos se llenan de familias de castellano y leoneses que viven en Cataluña y vuelven con sus familias en los periodos vacacionales y no son pocos los que retornan para su jubilación. La Casa de Castilla y León en Cataluña es de las más importantes en aquella comunidad y es una buena embajada de los orígenes que hay que cuidar y fomentar.
Pero además de los lazos afectivos, Cataluña y Castilla y León tienen importantes nexos comerciales y por ello cobra especial referencia el llamamiento que Mañueco ha hecho a los ciudadanos para que no boicoteen los productos catalanes, porque si lo hacen, la verdad es que perdemos todos.
Recuperar la normalidad es acabar con la fractura de las familias y de los amigos que hoy ya no hablan de política porque discuten. Recobrar la normalidad en Cataluña alcanzarla también en España y para ello es fundamental que los ciudadanos no expresen su rechazo a los independentistas dejando de consumir como lo habían hecho siempre. No consumir productos catalanes es hacer el juego a los independentistas ya que encuentran sus argumentos en el rechazo que buscan causar, en el victimismo demagógico que cultivan como nadie. Así pues, volvamos al sentido común y sigamos siendo en todo la comunidad integradora, que es una de nuestras mayores señas de identidad.