Antonio Piedra - No somos nadie
¿Quién es el pueblo?
Depende de cada político en horario de banca. Así de claro. Su nivelazo se mide como los reality o los programas del corazón. Cuando nos dicen con todo el morro que la política es lo que sale en TV, vemos que es verdad, pues ahí se muestra lo peor de la TV. Y además lo entendemos perfectamente porque el pueblo, la puebla, y el pueblín se hace con ellos, para ellos, con el permiso de ellos, pero con nuestro dinero. Sin identificarnos para nada con este negocio, usted y yo también somos pueblo. Con una leve diferencia: al ver la jarana en directo descubrimos que ellos son unos, y nosotros otra cosa. Lo hacen en nombre del pueblo, sí, pero qué viejo suena todo: la TV, Cataluña, Sánchez, Iglesias, y las primarias del PP.
Siempre que oigo hablar del pueblo a líderes que ofrecen tan poca garantía, vuelvo al drama de Ibsen, «Un enemigo del pueblo». Qué interesante releer la obra en estos momentos. Ibsen nos recuerda que ser demócrata no consiste en llenarse la boca con la palabra pueblo a cada paso porque, tras ese paraguas benéfico tan repleto de demagogias incendiarias, no siempre se tiene razón. Cantidad de intereses solapados y engañosos tras ese manoseo populista. El grito que lanza Ibsen es bien claro: ¡ojo con aquellos que dicen representar el pensamiento y las opiniones del pueblo! Al siguiente paso se le suele llamar dictadura.
Y esto ocurre en cualquier tierra de garbanzos, que decimos en Castilla y León. Los dictadores de fuera -con sus tiranos, mentirosos, golpistas, y asesinos- han dicho y hecho siempre lo mismo. En España todo es ya desentendimiento: los socialistas a lo suyo junto con los del PP, con los golpistas, con los podemitas y con Ciudadanos, bajo el parasol del pueblo que paga sus cuentas y sus cuentos. Como en la obra de Ibsen, aborrecen las luces nuevas, los discursos nuevos, y los hechos nuevos. El pueblo sólo escucha cifras astronómicas que giran y giran en torno a un callejón sin salida. El PP está en un callejón sin salida, Sánchez y su Gobierno en mil callejoncitos tras alguna salidita de Podemos y de golpistas, y Ciudadanos, ay, colgaditos del oportunismo esperando en pelotas al salidón de Rivera .
Eso sí, aquí todo dios usando el nombre del pueblo en vano con una jeta también astronómica. Resulta paradójico que usen el nombre del pueblo y no el propio o el de los suyos, que sería lo democrático. Pues no. Y además lo hacen por decreto TV como Maduro . Cuando Maduro y el nicaragüense Ortega hablan de pueblo, podemitas e independentistas sienten que los sátrapas hablan del pueblo catalán. Patético que se diga, y gran pobreza intelectual que se crea. Esto pone los pelos de punta. ¿Es que el resto no somos pueblo? No se deje engañar por estos tratantes de ganado que, en vez de ovejas, llevan al mercado cuanto a pueblo suene con un buen cencerro. Hasta septiembre, si Dios quiere.