Antonio Piedra - No somos nadie
El puente
«En este puente, dicen, se desplazarán 8 millones de personas. Bienvenidos a Castilla y León cuantos elijan la Meseta como destino»
En este puente, dicen, se desplazarán 8 millones de personas. Bienvenidos a Castilla y León cuantos elijan la Meseta como destino. Al fin una normalidad. Lo digo porque si llegara un marciano a la Tierra y, para informarse, leyera periódicos o viera la televisión, sacaría una conclusión errónea: que la vida en el planeta, y concretamente en España, es una auténtica pesadilla con violaciones en grupo, golpes de estado y rebeliones sufragadas, corrupción política, los jueces sitiados por muchedumbres con trompón, universidades de saldo, trincones resueltos, televisiones apocalípticas, y una ética a base de ansiolíticos. Eso parece.
El marciano también percibiría que un puente es una construcción necesaria ante este acoso de caníbales en pelotas. Vería que el 90% de los españoles es ajeno a todo eso. Es decir, que se trata de buena gente que vive normalmente, que sufre los contratiempos de la política con estoicismo y humor sarcásticos, que come paella en familia y comparte el ocio con generosidad, y que aprovecha los puentes por dos razones fundantes: porque tiene un instinto de supervivencia como un caballo, y porque así, con gran equilibrio y paciencia, se libera por unos días del implante de joroba que, sin anestesia, le han practicado los políticos para crear camellos de carga.
Así, su serenidad marciana, tendrá la visión exacta de las dos Españas. No de la izquierda o derecha antediluvianas, de las que tanto se habla y que huelen a podrido, a naftalina o a cuento chino. No, no. Sino de ese 10% de españoles que amargan la vida al otro 90% que no se deja y que se va de puente. Vería, además, que se trata de peleas propias de los programas del corazón. Algo que los demás no sabemos ni de qué hablan, pues sólo interesa a los que lo siguen. Y es que los programas del corazón con sus peleas, odios y venganzas, cuernos y sustituciones, se ruedan en el mismo plató que actúan los políticos.
Líos de alcoba que se dilucidan con un abogado y un juez: quién era el peor de los dos, y quién se queda con la casa o los niños. Y luego de puente. Los que acusan a la Sexta de secta, creo que se equivocan. Se trata de una TV dedicada a programas del corazón. Sólo hay que ver la cara de asombro y cotilleo que ponen cuando hablan de política que es siempre, siempre, siempre. En suma, señor marciano, que en España, afortunadamente, hay un 90% de ciudadanos que son buena gente y que, ante el hartazgo, machacan el ajo con este mortero: Rajoy es a Sánchez como Iglesias es a equis, y me porta tres Riveras que se casen entre sí. Si hasta Trump se hará un puente con Kim Jong-un, ¿cree que si España se hunde, se van 8 millones de puente? Ni de coña. La sabiduría de la gente normal es fantástica: aquí no pasa nada, porque no queremos que pase, a pesar de unos políticos tan caníbales y unas televisiones engrasadas por los hermanos Marx.