La primera vez

Mañueco y Silván se disputan en unas primarias muy abiertas la presidencia regional del PP. Aunque todos hablaban de sus candidaturas, a todos pilló por sorpresa la decisión de Juan Vicente Herrera de no presentarse a la reelección. En esta ocasión no se cumplió la dinámica habitual del presidente en estos procesos y el PP regional se ve ante una situación nueva que dispara los nervios y la incertidumbre, porque no hay antecedentes y porque después de 15 años de foto fija, se abre la puerta a un cambio.

Ambos son hombres del partido, con experiencia en la gestión, curtidos en la calle y con mensajes muy parecidos hacia el afiliado y hacia la sociedad. Ambos quieren un partido más abierto y dinámico, que escuche, que mire a las personas, con mas protagonismo, ilusión y ambición. Propuestas muy similares para un tiempo nuevo que tendrá el arduo trabajo de atraer al electorado a las cotas de éxito que siempre tuvo la organización.

Muchos no entienden porqué hay que elegir entre dos modelos tan parecidos y porqué se somete al partido a una tensión tan innecesaria. Como premisa, que nadie dude que el ejercicio de democracia interna siempre es bueno. Son lógicas las tensiones de la primera vez, pero a estos procesos hay que acostumbrarse porque llegan para quedarse. Tal vez la razón de tanto nervio se debe también a la distancia que ha separado a la Junta del partido que la sustenta, una distancia que se mide con Madrid, porque aquí el partido regional no ha mostrado fisuras, ha aparecido bastante diluido y sólo han tenido un protagonismo cada vez más creciente las organizaciones provinciales. Si los candidatos logran integrar y poner en valor una organización regional fuerte con todas las provincias, que nadie dude que este proceso de elección, al final tendrá un resultado muy positivo.