El primer mayor que hoy será vacunado: «Quiero libertad y volver a pisar asfalto»
82 residentes y 40 trabajadores recibirán la primera dosis en la residencia de Cevico de la Torre (Palencia)
Áureo López no puede ocultar su emoción. Hoy pasará a la historia como el primer castellano y leonés que recibirá la vacuna contra el Covid-19. Inmediatamente después irán los 81 compañeros con los que convive en la residencia Santa Eugenia, de Cevico de la Torre (Palencia) . Sus cuidadores también tendrán este domingo su dosis, aunque lo harán 40 de 47, porque cuatro están de baja y tres prefieren no vacunarse.
A sus 88 años, Áureo dice estar «conforme» e, incluso, «me parece bien», la idea de abrir en Castilla y León el proceso de vacunación. «Estoy dispuesto a recibirla porque si no, esto sería la leche» , añade y, a medida que gana confianza, de sus palabras empieza a rebosar la ilusión al intuir que las cosas pueden empezar a cambiar después de meses de encierro. «A ver si podemos tener un poco más de libertad y pisar ya asfalto porque estamos cansados de pisar mosaicos» , explica a ABC. Y es que, cuando uno está bien, y el se siente bien, «sales a dar un paseo, te encuentras con la gente del pueblo, hablas... pero es que esto ha sido la cárcel sin cometer ningún crimen ». Porque lo de no poder salir no ha sido nada fácil para este viudo palentino: «Esto que nos ha tocado vivir ha sido un poco duro».
Por eso, ante las perspectiva del cambio, confiesa que no siente miedo alguno para recibir la dosis de Pfizer . «Desde que hablaron de ello estoy dispuestísimo porque si con ello mejoramos...», afirma, aunque se atisba cierto temor a que no se cumplan todas las expectativas. No oculta sentirse un poco nervioso si bien, a renglón seguido, reconoce que el acto de hoy en la residencia es todo un acontecimiento: «Estoy deseando verme con vosotros y con toda mi gente, estoy dispuesto a recibir a todo el mundo» . Y demuestra, especialmente, su entusiasmo por el hecho de que «hemos sido elegidos porque nos lo merecemos , hemos aceptado lo que nos han mandado, cumpliendo lo mejor posible y tratando de que un día lo pudiésemos contar». Y, sin duda, así lo podrán hacer a medida que la vacuna genere los anticuerpos necesarios para tener la certeza de que el riesgo a contraer el coronavirus ya no existe.
La capilla de la residencia Santa Eugenia ha sido el lugar elegido para las vacunaciones , una estancia a la que se puede acceder sin necesidad de atravesar otras dependencias. A partir de las once de la mañana llegaran los equipos Covid para comenzar a inyectar las dosis, una acción para la que se estima un tiempo de unos diez minutos por persona.
Mari Bilbao , la supervisora del centro, será la primera del equipo de profesionales. Explica cómo los mayores recibieron la noticia de que eran los elegidos por la Consejería de Sanidad «con mucha alegría porque tienen muchas ganas de hacer vida normal». Los 82 residentes han firmado su consentimiento para vacunarse (en el caso de los incapacitados ha sido su tutor legal). Ninguno ha dudado, asegura Bilbao, porque «queremos vivir, salir a la calle, darnos un paseo y decir que el virus no lo traigo yo».
Recuerda cómo en marzo «todos pensábamos que iban a ser diez días, pero luego se ha ido complicando y complicando y ahora lo único que quieren es volver a la normalidad». Por eso, afirma con seguridad que «no tienen miedo, lo único que dicen es que quieren vivir; son más valientes que nosotros , están hechos de acero». La supervisora de la residencia de Cevico de la Torre lo sabe por propia experiencia: «Ha habido veces que las trabajadoras venían mal al centro y los abuelos las animaban».
Y es que «somos una gran familia» en la residencia de este pequeño municipio del Cerrato que no llega al medio millar de habitantes, donde han conseguido pasar las dos primeras olas de la pandemia libres de coronavirus , una victoria que ha obligado a muchos sacrificios en los que «se ha pasado muy mal; de estar acostumbrados a entrar y salir cuando querían a cerrar a cal y canto...». El resultado, ni un solo caso entre sus mayores. Únicamente dos trabajadoras que en sus vacaciones dieron positivo y no se incorporaron.
El éxito, explica Mari Bilbao, está en que «si nos mandaban un protocolo, nosotros hacíamos más». «A base de mis burrerías», añade la supervisora para referirse a decisiones muy difíciles que supusieron cerrar por completo y antes que nadie el centro. «Sin tener casos, en pleno mes de agosto, hemos trabajado siempre con Epis (equipos de protección)», añade, incluso «hemos hecho pruebas PCR por nuestra cuenta».
«Nos tocó el Gordo»
Pero, por encima de todo, destaca cómo «los abuelos se han portado como unos campeones porque cuando ya sabían que podían salir no lo han hecho». Ahora ya pueden pasear por el jardín y recibir visitas con las más estrictas medidas de seguridad. Sin embargo, cuando Mari Bilbao mira hacia un pasado aún muy reciente, insiste en que «fueron días muy duros para todos». Ella misma estuvo encerrada en el centro 50 días, desde que el 12 de marzo se decidiese prohibir las salidas y las visitas. En ese tiempo fallecieron dos mayores por muerte natural y «eso fue lo peor, que tengas que decir a sus hijos que no pueden entrar». «Así que ahora empezamos a ver la luz y la vacuna la hemos recibido como la lotería de Navidad; nos ha tocado el Gordo» , exclama.
Fue ese día cuando, precisamente, la Consejería de Sanidad les comunicó que serían los primeros. Aún así, «no podemos bajar la guardia porque hay que esperar a la segunda dosis y generar anticuerpos pero al menos podremos dar un paseo con más tranquilidad». Tras la primera inyección de hoy, la segunda llegará 21 días después, el 17 de enero. A partir de entonces, habrá un seguimiento para comprobar que se generan los anticuerpos necesarios para que el virus siga pasando de largo. «Estamos muy contentos, mañana (por hoy) que vengan, nos pongan la vacuna y que salga todo bien», concluye.
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