Premios sin lustre

El formato celebrativo institucional del Día de la Comunidad se diseñó con acierto tiempo atrás: discurso institucional, que Lucas primero y Herrera después, han pronunciado sobrevolando lo cotidiano, y Premios de Castilla y León en distintas disciplinas como reconocimiento regional/institucional a representantes señeros de la sociedad civil. Era un acto en sus dos partes, que antes el presidente cuidaba con mimo y que ahora, como tantas cosas que afectan a las gentes, parecen preocuparle menos, quizás por cansancio, y que delega en segundos niveles que no responden a la confianza que Herrera deposita en ellos.

Desde hace años, la expectativa ha bajado. Se convocaban casi con seis meses de antelación, un largo periodo, para que la sociedad civil presentara candidatos a un jurado que decidía. La concesión de los premios se espaciaba y los medios expectantes se hacían eco. En los últimos años las reuniones del jurado se concentran en pocos días por falta de impulso de arriba y lo que antes era sucesión de reportajes espaciados en el tiempo y reconocimiento público, ahora son breves en secciones variopintas. Pero siempre se puede empeorar y en 2016 se ha conseguido. Hasta el 8 de febrero no se convocaron los Premios, dejando un plazo de menos de un mes para la presentación de candidaturas. Primera consecuencia, cero candidatos presentados; segunda, desaparición del presidente una vez acabado el acto, sin quedarse a departir con premiados, familias y restantes invitados: consecuencia final, puentes cada vez más rotos entre clase política y sociedad civil, por la desidia y deficiente organización previa, y la dejadez que padecemos.