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Praeclara doctrina de conspiratio summus volans
El autor vallisoletano Antonio Salinero arma en «Que bello es morir» una novela negra con un final inesperado y abierto
![El autor vallisoletano Antonio Salinero](https://s2.abcstatics.com/media/espana/2018/01/03/ANTONIO-SALINERO-k2TD--1240x698@abc.jpg)
Un servidor es bastante escéptico a la hora de afrontar la lectura de las novelas de género contemporáneas. Pero en el caso de Qué bello es morir, la reciente novela del vallisoletano Antonio Salinero , ese escepticismo deja enseguida paso a la perplejidad, cuando descubre que todos los capítulos están titulados con sentencias o aforismos escritos en latín, y esa perplejidad se torna en impaciencia cuando comienza la lectura, ya que desde los primeros párrafos se intuye una literatura de mucha enjundia en las páginas que están por llegar.
Por lo general las novelas de género negro poseen una serie de aditamentos esenciales que, con frecuencia, solapan la calidad literaria de la obra en beneficio de argumentos más o menos efectistas, escritos a partir de un final y que buscan casar a cualquier precio todas las piezas del rompecabezas. En el caso de la novela de Salinero casi nos queda claro lo que va a ocurrir desde el principio. De hecho, los dos primeros capítulos, contados por un narrador que habla en tercera persona y situados en lugares muy dispares del planeta, son como una introducción que precede a la aparición en escena del peculiar e intuitivo inspector Emerenciano Nereida, que irrumpirá en el capítulo tercero, para tomar las riendas del caso en primera persona y tratar de poner orden y luz en la trama.
En realidad, a partir de entonces la pesquisa policíaca es más la excusa que el meollo del asunto. Salinero, como si fuera un modisto de alta costura va cosiendo los capítulos con delicados pespuntes que llevan a un final tan inesperado como abierto. Pero para llegar a ese desenlace utiliza gran variedad de recursos narrativos de una manera magistral y adictiva, intercalando frases hechas y registros propios de actores secundarios vulgares o marginales con pasajes de una prosa más que notable, donde destacan las descripciones memorables de algunos lugares y, sobre todo, de algunos personajes; y donde el drama y, por momentos, la tragedia se entremezclan con un tono general de ironía o de sarcasmo que hacen que el lector viva con una continua sonrisa a flor de boca.
Qué bello es morir es una brillante teoría enunciada por el perspicaz inspector Nereida, que intenta aclarar contra vientos y mareas una conspiración de altos vuelos escarbando entre la jet-set o en los bajos fondos. Más que un detective estirado y elegante, a lo Holmes o Poirot de otros tiempos, Nereida es como un don Quijote moderno y crítico que se enfrenta a las clases altas de una sociedad corrompida, a los jueces que aplicando las leyes no siempre hacen justicia e incluso a sus propios compañeros de gremio que quieren echar sangre y arena para tapar un asunto que solo él parece ver con nitidez.
Y entre ese tono de cuestionamiento social llega un desenlace sorprendente que conduce a un colofón que bien puede acabar con el protagonista convertido en comisario en una ciudad de provincias o en otro lugar más sombrío. Eso, quizás el tiempo y Salinero nos lo desvelarán.