Ignacio Miranda - Por mi vereda

Ponga Zamora en su vida

Los españoles llevamos el caballo a América. Ahora portamos el brick de leche entre los víveres de nuestros militares

Zamora está en racha. La eclosión de noticias durante los últimos meses pone a la provincia en candelero. Guarido gobierna el único Ayuntamiento de capital bajo las siglas de IU en momentos delicados para la coalición. Martínez Maíllo no deja de salir en la foto desde que ascendió a coronel de estado mayor del partido en el cuartel general de la calle Génova. Pablo Iglesias reivindica ufano sus orígenes zamoranos e inicia su campaña electoral con la pegada de carteles en Villaralbo . En cuestión de días, entra en servicio el AVE que mejora notablemente la conexión con Madrid, a la espera de concluir las obras en el tramo hasta Orense y paliar por fin las deficientes infraestructuras ferroviarias que padecía el Noroeste.

La última novedad ha llegado esta semana, con la firma de un acuerdo entre una prestigiosa cooperativa ganadera y las Fuerzas Armadas para proveer de leche a los militares españoles que intervienen en misiones humanitarias y de vigilancia por trece puntos del planeta. Hasta sumar los cuatro millones de litros en diferentes variedades. Como suena. La leche de las frisonas que producen las explotaciones zamoranas, desde Aliste a La Guareña, de La Carballeda a Sayago , va a empezar a distribuirse a destacamentos en lugares tan dispares como Bosnia, Kosovo, Líbano, Pakistán, Angola, Guinea Ecuatorial, Haití... Una proyección internacional muy considerable, como la de su Semana Santa, que valorarán expertos en marketing y gurús de mercadotecnia, centrados en la apertura y prospección de nuevos mercados en tiempos de crisis u otras letanías.

Los españoles llevamos el caballo a América, ante el asombro de los indígenas que no lo conocían. Ahora portamos el brick de leche entre los víveres de nuestros militares por medio mundo. En lugares tan inhóspitos como Afganistán o Chad , nada mejor que un vasito fresco por su efecto reconstituyente como parte esencial del rancho, o de noche en plena imaginaria. Por tanto, parece que el sello de calidad «Tierra de Sabor» -perdón, el hierro, más adecuado para la vida castrense entre fusiles y blindados- no tiene límites geográficos ni físicos. Que en esta región, los paisanos, si nos ponemos, vamos en serio.

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